No es únicamente a Sandra Torres a quien la justicia le sonríe, aunque en este caso es más obvio el proceder derivado de los pactos entre la UNE y el oficialismo. Foto La Hora

Es ya una larga tradición dentro del Congreso de la República eso de ponerle precio a los votos de cada bancada y el mecanismo volvió a funcionar ayer cuando los diputados aprobaron el préstamo de 500 millones de dólares que han presentado, falsamente, como un endeudamiento para reducir el costo de la deuda pública. Luego de varios intentos fallidos por la resistencia de varios representantes, se produce el “milagro” que tanto estaba pidiendo Giammattei y los de la UNE, en forma disciplinada, se convirtieron en la pieza que hacía falta, confiando en que ello, además, permita subsistir al partido.

Ya en los tiempos de Serrano se actuaba de esa manera y la exagerada ambición de los diputados fue factor esencial para desatar lo que conocemos como el Serranazo, es decir el cierre abrupto del Congreso de la República. Por supuesto que en ese tiempo las coimas eran mucho menores de las que ahora se cobran y la bancada que controla Sandra Torres supo extorsionar al gobierno para asegurarse el favor del TSE y un pago significativo por cada uno de los votos, absolutamente indispensables, que aportaron en la sesión de ayer.

En resumidas cuentas lo que hubo fue otro incremento al fondo disponible para el manejo de la corrupción en el país, que se suma a las millonadas que el Congreso ha aprobado para que en el año preelectoral se puedan realizar enormes negocios que se repartirán entre funcionarios y contratistas, salpicando debidamente a todos los políticos que se prestan para financiar esos extraordinarios negocios.

No sorprende en absoluto la vuelta al redil que hizo ayer la bancada de la UNE para complacer al gobierno de Giammattei que estaba desesperado por lograr la ratificación del préstamo de referencia. Han sido uno de los más valiosos apoyos en el Congreso de la República y se entiende que todo ello tiene un precio que va en aumento en la medida en que los votos se vuelven indispensables porque el comportamiento de las maras se queda pequeño en comparación con las formas de extorsión que realizan los llamados “representantes del pueblo” que se han especializado en ir elevando el precio de cada voto.

El préstamo no aliviará el peso de la carga que impone el endeudamiento cada vez mayor de Guatemala, pero sí ampliará el panorama para la realización de burdos y gruesos negocios con aquellos contratistas que están debidamente apalabrados para generar el jugoso reparto derivado de los sobreprecios a obras y proyectos de mala calidad pero que la mafia administra, a su antojo.

Redacción La Hora

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