Antofagasta, Chile
Agencia dpa
Paraguay y Jamaica protagonizaron hoy un insólito juego de «la escondida» durante sus entrenamientos vespertinos previos al partido que los enfrentará el martes por el grupo B de la Copa América.
El conjunto guaraní aterrizó en Antofagasta pocos minutos antes de las tres de la tarde local sin ningún tipo de recepción oficial y con la pretensión de entrenar algunas horas después. Para ello solicitó una de las tres canchas alineadas detrás del estadio Calvo y Bascuñán, sede de los partidos de la Copa. Además, el cuerpo técnico que dirige Ramón Díaz estableció que estaría prohibido el ingreso de los medios de comunicación.
Pero Winfried Schäfer, técnico de los caribeños, tenía por su parte la misma intención: practicar a las 18:00, hora programada para el encuentro del martes, también a puertas cerradas, también sin contacto posterior con la prensa y en el mismo predio. Y ya tenía reservado su turno.
La solución que encontró la organización fue separar ambos entrenamientos con una hora de diferencia, pero la coincidencia fue inevitable. Los jamaicanos llegaron a las 18:00 y se instalaron en la cancha situada al norte del predio; los paraguayos arribaron cerca de las 19:00 y ocuparon la cancha ubicada al sur. Es decir, separados por el escaso centenar de metros que ocupa el campo que quedó vacío en el medio.
Para aumentar la extravagancia de estas prácticas presuntamente secretas, estas canchas auxiliares, inauguradas hace apenas una semana y toda una novedad en una ciudad donde hasta ahora solo tenía pasto natural el campo principal del estadio, dan a dos calles. Es decir, que todo lo que ocurre en ellas es fácilmente apreciable por cualquier peatón que transite las veredas, incluso a pesar de algunas telas traslúcidas que cubren la verja.
La policía chilena se ocupó de cortar el tránsito para facilitar el ingreso del autobús de los paraguayos por un lugar poco habitual, pero no impidió que algunos curiosos se quedaran observando dos entrenamientos cerrados para el periodismo, pero abiertos para casi todo el mundo, incluidos los propios adversarios.
