El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, realizará una gira relámpago de cinco días a partir del jueves a cuatro países centroamericanos y Cuba para discutir el enfoque de desarrollo de su gobierno y formas para aliviar la presión migratoria.
Será apenas el tercer viaje al extranjero en más de tres años para un mandatario aficionado a decir que la mejor política exterior es una buena política interna. La gira es una oportunidad para que México se reafirme como líder en América Latina y será bien recibida por algunos mandatarios presionados por el gobierno de Estados Unidos y otros por sus supuestas tendencias antidemocráticas.
Tanto geográfica como metafóricamente, México se encuentra entre Estados Unidos y el resto de América Latina. López Obrador ha desviado las críticas que datan de la administración de Donald Trump de que su gobierno hace el trabajo sucio de Washington frenando a los migrantes antes de que lleguen a la frontera de Estados Unidos.
López Obrador será recibido en Centroamérica, en parte, como un emisario de Estados Unidos en lo que respecta a la política migratoria. Él y el presidente Joe Biden hablaron por teléfono el viernes y sus secretarios de Relaciones Exteriores se reunieron en Washington el martes.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, donde López Obrador hará su primera escala el jueves, dijo que esperaba discutir la inmigración y el programa de plantación de árboles.
El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, está bajo presión de Estados Unidos por retroceder en la lucha contra la corrupción en su país, una campaña central para la imagen de López Obrador en México.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha enfrentado la condena internacional desde que impuso el estado de emergencia luego de un aumento en los asesinatos a manos de pandillas a fines de marzo, por lo que la visita de López Obrador, quien pregona la estrategia de «abrazos, no balazos», es una buena oportunidad para mostrar que no está aislado. Las autoridades salvadoreñas arrestaron a más de 22.000 presuntos pandilleros en poco más de un mes y las organizaciones de derechos humanos dicen que ha habido muchas detenciones arbitrarias.
En Honduras, la nueva presidenta Xiomara Castro ha forjado una estrecha relación con la administración Biden. El mes pasado, Honduras extraditó al expresidente Juan Orlando Hernández para enfrentar cargos por drogas y armas en Estados Unidos. Castro hizo campaña para acabar con la corrupción. La mandataria busca activar la economía y generar empleos, por lo que podría estar abierta a las propuestas de López Obrador si hay dinero detrás.
La agenda del presidente en Belice es menos clara. El pequeño país no tiene un problema migratorio significativo, pero López Obrador insinuó un tema de discusión a principios de esta semana. Uno de sus proyectos favoritos es la construcción de un tren turístico en la Península de Yucatán, colindante con Belice. El Tren Maya ha sido criticado por su impacto ambiental y la falta de estudios de factibilidad, pero López Obrador insiste en que traerá desarrollo a regiones empobrecidas.
La última parada del presidente en Cuba será la más simbólica.
El presidente Miguel Díaz-Canel visitó México para sus celebraciones de independencia el año pasado. López Obrador ha gobernado en gran medida como nacionalista y populista, pero se ha posicionado políticamente como un izquierdista devoto.