Ing. Leonel Salas Juárez

El deterioro y contaminación ambiental ha venido creciendo en las últimas décadas, al mismo tiempo aumenta la preocupación en grandes sectores de la población mundial en encontrar estrategias o herramientas para revertir las tendencias negativas que hasta el momento tenemos, tomando en cuenta problemas sociales y económicos específicos que hay en nuestros países. Con este panorama las estrategias que están vinculadas a la captura de carbono, son instrumentos con gran potencial para contribuir a una evolución hacia el desarrollo sustentable. El interés de crear soluciones surge a partir de la información que cada vez es más alarmante sobre procesos de calentamiento global y cambio climático provocado muchas veces por actividades humanas (IPCC 2001a). La evidencia es clara, el incremento de los gases de efecto invernadero producidos por actividades humanas, se traduce en aumentos de temperaturas, escasez de agua, cambios en los patrones de lluvia, canículas prolongadas, catástrofes, etc. (EPA 2003). Otro de los factores que ha roto el equilibrio natural ha sido la industrialización. El responsable de la mayor parte de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo ha sido la utilización de combustibles fósiles y alrededor de un 20% de las emisiones liberadas corresponde al metano y óxido nitroso.  El avance de la frontera agrícola, la deforestación, los basureros a cielo abierto, la producción ambiental y de minería contribuyen de manera significativa a este tipo de emisiones.

Entonces es que surge la pregunta: ¿Cómo resolver el problema? Una de las primeras soluciones que vienen a la mente es reducir el exceso de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global, aunque esto podría considerarse una solución, la reducción en la temperatura no sucedería de inmediato o de la noche a la mañana como decimos en Guatemala, con esto el calentamiento global seguiría por un tiempo considerable, al menos a un nivel constante. Es importante mencionar que la reducción de las emisiones depende de múltiples factores: naturales, socioeconómicos, tecnológicos y políticos.

¿Qué es almacenamiento y captura de carbono?

La captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CAC) es una de las técnicas o estrategias más importantes que se utilizan para reducir las emisiones de CO2 provocadas por las actividades humanas en la tierra. Los sistemas silvopastoriles contribuyen a la mitigación del cambio climático debido a su potencial de captura de carbono atmosférico arriba y abajo del suelo, además, son sumamente importantes para la recuperación de suelos degradados (Contreras-Santos et al. 2019). Los sistemas ganaderos secuestran carbono a través de prácticas silvopastoriles, estas prácticas pueden ayudar a reducir las emisiones netas de GEI (Aryal et al. 2019). Cárdenas et al. (2019) consideran que la cantidad y el tipo de cobertura, junto con el uso específico de la tierra y el cambio de uso de la tierra en un área determinada, determina que el carbono se almacena y se libera a la atmósfera.

Secuestro de Carbono desde el enfoque ganadero

En América Latina un factor fundamental es la deforestación causada por la expansión de la producción ganadera, donde la deforestación es más intensa. Se considera que el 70 por ciento de las tierras de la Amazonia se han convertido en pastizales y cultivos forrajeros y que antes eran bosques (Steinfeld et al. 2009). En muchos de los casos manejados en sistemas tradicionales de producción y asociados con la degradación de recursos del suelo y otros recursos naturales. El recurso del suelo constituye la mayor reserva de carbono orgánico y es vulnerable al impacto del cambio climático y a las actividades agropecuarias en caso de seguir implementando prácticas incorrectas (Barrezueta-Unda et al. 2019). En América Central al menos 6.3 millones de hectáreas están cubiertas por pastizales degradados, la degradación en estas áreas aumenta debido a que las tasas anuales de renovación son menores que las de degradación (Betancourt et al. 2007). Además, Szott et al. (2000) menciona que en Centroamérica más del 50% de las pasturas se encuentran en un estado avanzado de degradación, causando anualmente pérdidas económicas. Los sistemas silvopastoriles favorecen a la conservación de las fuentes de agua y el flujo hidrológico (Ríos et al. 2007), y la conservación de la biodiversidad (Sáenz et al. 2007, Enríquez et al. 2007).

El interés en el manejo de pastos y sistemas silvopastoriles para fomentar el secuestro de Carbono ha aumentado en los últimos años, aunque ha habido resultados mixtos en cuanto al potencial de los pastos tropicales para acumular carbono orgánico del suelo (COS) (Ibrahim et at. 2010). Para el desarrollo de la actividad ganadera son fundamentales los ecosistemas de pradera, estos proporcionan las proteínas y fibras necesarias para la alimentación de las poblaciones. Las dos actividades principales económicas de nuestra región son las prácticas agrícolas y ganaderas (Gudynas 2015). El sector agropecuario de mayor importancia en Centroamérica es la ganadería bovina contribuyendo cerca del 20% del Producto Interno Bruto (PIB) de la región, Sin embargo, la ganadería representa el 1.3% del producto interno bruto regional (PIB), desde el punto de vista económico, en el subsector agropecuario más importante de la región (Acosta y Díaz 2014).

Es importante la transformación de los sistemas ganaderos tradicionales a la intensificación sostenible de los sistemas de producción basados en un mejor manejo de las pasturas por medio de pastoreo racional y asociados con leguminosas herbáceas; sistemas silvopatoriles novedosos o modernos; y liberación de áreas críticas para bosques. Este tipo de diseños de fincas permite una mayor productividad y secuestro de carbono en el suelo, la biomasa radicular y aérea (Pezo 2019).

El mejoramiento de pasturas y el aumento de la cobertura arbórea, puede hacer que usos de la tierra como las pasturas degradadas presenten un alto potencial de secuestro de carbono a nivel de finca. A nivel de paisaje, el potencial de las fincas ganaderas se vería incrementado insertando algunas áreas con plantaciones forestales y liberando áreas no aptas para la producción agropecuaria para dar paso a la regeneración natural de bosques secundarios (Ibrahim et al. 2007).

En pasturas se han realizado una serie de investigaciones para conocer la agronomía de las plantas forrajeras, su respuesta ante factores bióticos y abióticos y la respuesta en producción de leche y carne. Sin embargo, la mayoría de estudios sobre secuestro de carbono, se ha enfocado a las pasturas en monocultivo lo cual puede comprometer su resiliencia ante el cambio climático y reducida generación de servicios ecosistémicos. También, se han estudiado las pasturas con árboles dispersos de regeneración de natural. Pero poco se sabe de sistemas silvopastoriles de pasturas mejoradas en asocio con leñosas forrajeras como Leucaena diversifolia y Tithonia diversifolia y de estudios que tengan un punto de partida (línea base) y el comportamiento del carbono orgánico y otros parámetros físicos y químicos en el suelo que son parte importante en la evaluación de la sostenibilidad de los sistemas de producción.

Este tipo de innovaciones se espera que mejoren la competitividad del sector ganadero, la seguridad alimenticia y nutricional, la resiliencia al cambio climático y que contribuyan con las metas de reducción de emisiones de GEI que varios países han incluido dentro de sus estrategias nacionales, para cumplir con los compromisos nacionales e internacionales. Por lo tanto, es importante conocer la contribución de los sistemas de pasturas mejoradas en monocultivo y en asocio con leñosas sobre los parámetros físicos, químicos y biológicos del suelo. Además, estos sistemas integrados por pasturas mejoradas en asocio con leñosas forrajeras tienen un alto potencial de secuestro de carbono, la capacidad de convertirse en un sistema de mayor secuestro de carbono, en pasturas y sistemas silvopastoriles con poco tiempo de ser establecidos, es posible encontrar gran cantidad de carbono proveniente de las raíces y de la materia orgánica del sistema. Asimismo, el proceso implica beneficios importantes para el suelo, las pasturas y la calidad del ambiente, ante la prevención de erosión y la desertificación y para el incremento de la biodiversidad. Esto permitirá determinar el costo por la cantidad de carbono secuestrado en estos sistemas innovadores.

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