Carlos Rafael Rodríguez-Cerna Rosada
cararocero@yahoo.es

Ahora bien, para el caso que con ánimo meramente dialéctico y sin concederlo desde luego, aceptásemos la tesis de que no es posible interrumpir o suspender el proceso electoral, en ese caso a continuación expreso algunas ideas para la salida de la crisis, aunque a muchos les resultarán no sólo utópicas sino incluso descabelladas, máxime tomando en consideración la polarización de que sufre la ciudadanía guatemalteca.

Como primer punto, cabe salvar que toda la ciudadanía que ha estado participando en las manifestaciones y que finalmente ha cobrado conciencia de la necesidad de accionar para heredar a las nuevas generaciones una Guatemala digna de orgullo de todos los guatemaltecos, debe abstenerse de dar su voto a cualquier agrupación política cuyas élites puedan encajar en cualesquiera de los supuestos que a guisa de ejemplo a continuación detallo: a. Que no hayan respetado las prohibiciones atinentes a campaña anticipada; b. Que sea evidente que su gasto en campaña es de una cuantía tan millonaria, que solamente con financiamiento de los poderes ocultos y del crimen organizado, sea materialmente posible semejante despilfarro; c. Que hayan hecho gobierno con cualquier Partido Político que haya estado en el poder durante los últimos 30 años; d. Que hayan hecho fortuna como contratistas del Estado (aún a través de testaferros o de entidades de cartón); y, e. Y para concretar y abrazar cualquier otra posibilidad, que de manera razonable pueda saberse o afirmarse que están embarrados en este estercolero en que la Patria hoy se encuentra sumergida.

Luego de lo anterior invito a la ciudadanía a reflexionar, que no podremos obtener resultados distintos haciendo las mismas cosas, y en esa virtud es tiempo de voltear la mirada hacia los partidos políticos tradicionalmente descartados, generalmente sobre la base de prejuicios arraigados y heredados, y que no han sido sometidos a un riguroso análisis.

Así las cosas, algunos de estos grupos minoritarios, y cuyos líderes no estén de ninguna forma embarrados en la apestosa letrina que hoy llegó a asfixiarnos, aún podrían celebrar –en forma individual o de estar en tiempo, formando una gran MEGACOALICIÓN– unas “INTERNAS ABIERTAS A TODA LA CIUDADANÍA”, renunciando sus élites a la postulación de sus candidaturas, y dando oportunidad a que surjan propuestas de al menos 3 opciones de candidatos a cargos de elección popular, escogiendo para ellos a ciudadanos de notable trayectoria y que a la vez puedan tener el liderazgo que la patria hoy demanda. Para quienes no comprenden lo que con “Internas Abiertas a toda la ciudadanía” quiero dar a entender, las mismas constituyen procesos democráticos a lo interno de los Partidos Políticos en donde se eligen a sus candidatos, pero permitiendo que en dichos eventos no solamente participen los afiliados al partido, sino también cualquier ciudadano que así desee hacerlo.

Experiencias exitosas en este sentido se han dado en diferentes épocas en la región latinoamericana, aunque no siempre por las más loables razones. A guisa de ejemplo la utilizó el PRI, en México, como una necesidad a la que se vio forzado dicho partido, para lavarse la cara ante la opinión pública, luego de sufrir grave descrédito ante la sociedad, por los incontables años de desmanes dados en dicha agrupación política.

Soñadora, descabellada, irrealizable dirán la mayoría de los pocos que lean esta columna, pero aún es tiempo, y algo hay que hacer, porque de lo contrario, si no se aprovecha esta coyuntura de crisis, el futuro de la patria seguirá siendo funesto y sombrío.

Para finalizar, prestaría las palabras de mi antecesor diciendo “Patria mía… Si yo tuviera sangre de espartanos, para herir en la frente a tus tiranos, en rayos convertir este ardor ciego, esta lira que estalla entre mis manos y estas férvidas lágrimas de fuego…”.

 

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