Juan José Narciso Chúa

Las relaciones internacionales como disciplina científica permiten hacer una lectura más amplia de la situación geopolítica en relación a la coyuntura actual, principalmente interpretar el análisis que la Embajada de Estados Unidos en Guatemala y el Departamento de Estado en Washington realizan en función de la coyuntura nacional. Tal como indiqué en mi artículo anterior, el análisis es equivocado, pero para intentar comprenderlo tal vez las relaciones internacionales nos proveen mayor iluminación. Estados Unidos se enfrenta a cambios profundos, también en sus relaciones internacionales. Uno de estos factores es la lucha que están enfrentando en Irak y Siria, en contra del llamado Estado Islámico, una situación bastante confusa y difícil de dirimir cómo va a terminar, pues el EI continúa avanzando espacios geográficos en ambos países.

Por otro lado, la tensión entre Rusia y Ucrania, en la península de Crimea, les ha generado una situación complicada, pues no pueden aprobar el comportamiento del Gobierno de Putin, pero tampoco pueden prescindir de una provisión importante de petróleo, así como tampoco pueden profundizar las diferencias con el Kremlin. En ambos casos, Estados Unidos sabe que su actuación puede ser clave para anular el avance significativo del Estado Islámico, pero en el caso ruso, los dejan en una posición frágil y ambigua, pues a pesar de las protestas tanto de Estados Unidos como de Europa, Crimea y Sebastopol se adhirieron a Rusia, a través de sendos referéndums con amplias mayorías a favor de Rusia en ambas regiones.

Sin embargo, creo que la situación en Latinoamérica es la que indujo a una lectura particular en el caso de Guatemala. Destaca en este sentido, el caso de México, en donde el presidente Peña Nieto, se mantiene en una constante crisis de credibilidad y legitimidad, primero derivado del aparecimiento de propiedades poco claras en su origen y segundo, ha quedado muy mal con el caso de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa, del Estado de Guerrero. Para mayor complejidad, el presidente Peña Nieto se enfrenta a situaciones de hecho en Oaxaca, en donde se quemaron las urnas, así como se presentó una situación completamente atípica en el caso de Nuevo León, en donde un candidato independiente ganó las elecciones. Aún así, Peña Nieto pudo respirar, pues el PRI ganó la mayoría de elecciones de medio término.

Más cerca nuestro, la situación de Honduras y El Salvador, ha generado una serie de protestas en contra de los gobiernos de estos países. En el caso de Honduras, prácticamente ha sido coincidente con Guatemala, en donde ante el descubrimiento de diferentes operaciones ilícitas en el seguro social ha provocado una serie de manifestaciones de protesta, en contra de la corrupción y dañando seriamente al actual y recién llegado gobernante.

En el caso de El Salvador, la situación es similar, pero sus raíces son más profundas, pues las protestas se han desarrollado en el marco de un recrudecimiento de la violencia, en donde las noticias dan cuenta que en un solo día hubo hasta 30 muertos, una cuantía que dejó sin capacidad de respuesta a la propia morgue del vecino país.

A lo anteriormente expuesto, es necesario mencionar dos hechos relevantes y que pueden cambiar el tablero de las relaciones internacionales de Estados Unidos. Uno se refiere a la distensión que se consiguió entre el presidente Obama y el presidente Raúl Castro, quienes en el marco de una cumbre mostraron una actitud de mejorar las relaciones, las cuales han tenido efectos inmediatos con el hecho que el gobierno de Washington retiró a Cuba de la lista de los países que apoyan el terrorismo y pareciera que se inicia un período que podría llevar a levantar el bloqueo a la Isla, aunque los republicanos no lo ven con buenos ojos. Finalmente, la llegada del presidente Hollande de Francia a la propia isla de Cuba, plantea una expectativa ante el gobierno americano, que la situación apunta a ser de mayor acercamiento de uno de los grandes de Europa y hoy con los cambios positivos que ha mostrado Estados Unidos.

Entonces, Washington prevé que estas chispas plegadas de protesta pacífica podrían convertirse en auténticos “fogarones”, en su propia frontera sur –México, Guatemala, El Salvador y Honduras– lo cual podría convertirse en una auténtica crisis que de convertirse en estallido social, pondría en enormes dificultades al Gobierno de Estados Unidos, pero lo contradictorio es que le apuestan a un presidente deslegitimado y con serias implicaciones en las operaciones ilícitas desbaratadas y que no puede articular la más mínima medida para contener una crisis mayor. Mantener al general Pérez Molina es un enorme costo político, pero que puede revertirse, principalmente si se analiza el enorme error histórico de 1954. Renuncie ya OPM. Reformas Ya.

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