Berlín
Agencia dpa

Siete contra 10 mil: no es una batalla mitológica, sino el enfrentamiento tácito que librarán este fin de semana miles de activistas anticapitalistas y de izquierda contra siete de los líderes más poderosos del planeta en el sur de Alemania.

La cumbre de siete de los países más ricos (G7) el domingo y lunes en el palacio de Elmau, 100 kilómetros al sur de Múnich, reunirá a mandatarios como la alemana Angela Merkel, el estadounidense Barack Obama y sus pares de Italia, Japón, Reino Unido, Francia y Canadá.

Pero también a «muchas personas, organizaciones y partidos de diferentes espectros» que «no permitirán que la cumbre se lleve a cabo sin ser perturbada», advirtió la plataforma «Stop G7 Elmau» en su convocatoria a diversas protestas contra el evento.

Benjamin Russ, portavoz del grupo, calificó hoy de «distendida» la atmósfera festiva y serena que se vivía en el campamento contra la cumbre que iba sumando tiendas en la idílica localidad alpina de Garmisch-Partenkirchen.

Sin embargo, la policía alemana teme que entre los manifestantes pacíficos se cuelen «hasta 3 mil radicales violentos», según documentos confidenciales a los que tuvo acceso la revista «Der Spiegel». Posibles choques con la policía darían la vuelta al mundo y eclipsarían una cumbre de la que se esperan pocos acuerdos concretos.

Antecedentes sobran. Las protestas contra las cumbres anuales del G8 (el G7 más Rusia, ausente en esta edición) derivaron varias veces en disturbios. La de Génova en 2001 terminó con un joven muerto tras recibir un disparo de la policía. La última en Alemania, en Heiligendamm en 2007, acabó también con enfrentamientos.

Otro antecedente más cercano preocupa especialmente a la policía alemana: a mediados de marzo, las protestas contra la inauguración de la nueva sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort dejaron cientos de heridos y daños millonarios.

El grupo «Stop G7 Elmau», apoyado por 54 asociaciones de diversos signos, asegura que esta vez no habrá incidentes. «Si alguien viniera con bidones de gasolina, no podría siquiera entrar en el campamento», señaló el coorganizador York Runte.

El problema son los cientos de anarquistas y ultraizquierdistas convocados por diversos grupos radicales desde dentro y fuera de Alemania. La policía les atribuye el caos de Fráncfort y afronta ahora el complejo desafío de frenarlos a tiempo.

Las medidas de seguridad son por eso inmensas. Alemania desplegó más de 20.000 agentes, también controlando la frontera con Austria. En torno a la sede de la cumbre se creó un área de seguridad de 4,5 kilómetros cuadrados con una valla de siete kilómetros de largo.

El despliegue explica gran parte de los 150 millones de euros (casi 170 millones de dólares) que costó la cumbre. El monto destinado a una reunión de siete personas durante 24 horas indignó a muchos: un primer éxito de los críticos del G7.

Las protestas se dirigen contra la vigilancia de Estado, los recortes sociales, la explotación del medio ambiente, los acuerdos de libre comercio o las políticas belicistas, entre otras consignas que los críticos atribuyen al G7.

Miles de personas participaron ya hoy en la primera marcha en Múnich. Desde el miércoles se celebra además una «cumbre alternativa» contra el G7. Para el sábado hay convocada una gran manifestación y para el domingo una «marcha en forma de estrella» con diferentes columnas que intentarán llegar hasta el palacio de Elmau.

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