París
Agencia dpa

Pocas veces un partido de cuartos tuvo tanto a sabor a final, a momento trascendental: cuando mañana Rafael Nadal y Novak Djokovic pisen la arcilla del Abierto de Francia lucharán por un lugar en las semifinales del torneo, sí, pero eso es sólo la piel de algo mucho más profundo.

Frente a frente, en la catedral de la tierra batida, nada menos que el nueve veces campeón del certamen y el hombre más dominador de la historia sobre la superficie naranja ante el tenista del momento, que camina insaciable hacia el último Grand Slam que le queda por ganar.

Que Nadal y Djokovic, junto al suizo Roger Federer los grandes dominadores del tenis en la última década, choquen en cuartos y no en semifinales o en la final tiene una explicación sencilla: Nadal lleva tiempo sin ser Nadal y cayó al número siete del ranking víctima de las dudas, la ansiedad y los percances físicos.

Mañana, el día que cumple 29 años, tendrá que volver a ser una roca -mental y física- y no vacilar ningún instante. Delante tendrá a un caníbal del tenis, Djokovic, un jugador que no pierde un partido desde febrero y que hace prácticamente lo que quiere con sus rivales.

Nadal llegó este año a Roland Garros sin ningún título de la gira europea previa en el bolsillo, algo inédito desde que en 2005 ganara su primer Grand Slam en el Bois de Boulogne. Pero ahí, en el bosque parisino, se transforma: lleva 35 victorias seguidas y ganó 70 de los 71 partidos que jugó.

Djokovic es consciente de la dificultad: «Es el mayor reto, jugar ante Nadal en tierra batida aquí, donde sólo ha perdido un partido en toda su carrera».

Nadal domina la estadística ante Djokovic con 23 triunfos, nueve de ellos logrados en Grand Slam, escenario donde sólo cayó tres veces ante el serbio.

El balcánico, que no gana a Nadal en un grande desde la final de Australia 2012 -desde entonces el español sumó cuatro victorias al hielo-, llega sin embargo imparable a la cita de las citas: lleva 26 triunfos consecutivos y conquistó los cinco grandes torneos que jugó este año, Australia, Indian Wells, Miami, Montecarlo y Roma.

Seguramente Djokovic tampoco esté tranquilo viendo a Nadal del otro lado de la red. Los que verán más relajados el partido serán los cerca de 15.000 espectadores que llenarán el estadio Philippe Chatrier, el lugar donde español y serbio se llevaron una vez más al límite hace 12 meses.

Nadie puede imaginar hoy un duelo más emocionante que un Nadal-Djokovic a cinco sets sobre arcilla. «The New York Times» calificó el choque como «el mejor partido de cuartos de final desde que el tenis es profesional».

No habrá un trofeo para el ganador, no, pero la posibilidad de que el vencedor de una nueva batalla entre Nadal y Djokovic termine el domingo con la Copa de los Mosqueteros en sus manos es bastante alta.

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