Alfonso Mata
Los motivos de la conducta humana son difíciles de terminar más cuando de política se trata y más cuando ninguno de los bandos ha actuado en pasado reciente ni con honestidad, ni con justicia y menos con equidad moral, más bien violentando la dignidad humana en todo sentido. La confrontación actual Occidente-Rusia sobre territorio ucraniano, es ejemplo de lo dicho arriba, como lo son las más de 200 confrontaciones habidas mundialmente desde el siglo XX para acá en diversas partes del mundo y que lo que han dejado de saldo a los pueblos dizque liberados, es fracturas de territorio y violencias demográficas con altos costos de vidas y riqueza de hambrientos y miseria, de las que no logran resarcirse.
Usted puede ponerle el nombre que quiera a la justificación de la violencia de tales enfrentamientos, la razón que se persigue del poderoso agresor siempre es en beneficio propio. En tal pretensión de confrontaciones, el agresor y sus socios siempre revisten su intervención con objetivos de conciencia y sentido moral, pero eso no viene a ser más que una gran mentira e hipocresía ¿acaso esos grandes agresores que se dicen portadores de una conciencia de justicia y moral no tienen sus propios pueblos plagados de pobreza, injusticias y no precisamente hablamos de dos o tres pelones hablamos de millones de almas viviendo en sus territorios en medio de hambre y miseria.
No deja duda alguna que los enfrascados en el conflicto, van cargados de un falso espíritu libertario, en busca de algo diferente que los beneficie y no precisamente en busca de bienestar del que se ha calificado oprimido. El que pone dinero y armas e incluso hombres, se beneficia con creces de esa obra bélica. Ninguno de los países que ha sido liberado de las fauces de algún mal, se llame a este antidemocracia, religioso o económico, queda al final mejor o mejoró con tal hazaña bélica. Es por ello que resulta muy arriesgado y carente de toda lógica decir quién tiene la razón cuando se desconoce el verdadero fondo de intereses que mueve. De tal manera que es fácil concluir que el partidismo que apoya a una u otra facción, lo es basado más en lo emotivo que en conciencia y razón y la única realidad que se nos presenta es de ballenas luchando por ver quien devora a la sardina. Lo único que nos queda es ser observadores y contrastar con desconfianza lo que dicen y se dicen los unos y los otros, a sabiendas de que no solo ocultan la verdad de sus ambiciones e intenciones, sino que detrás de esa presunción moral de que quieren hacer gala, ocultan una realidad trágica: el fracaso de sus sistemas políticos e ideológicos en lograr una paz y prosperidad justa y equitativa ni siquiera para los suyos. Por eso en estos momentos, debatir sobre el tema es limitado y desgastante.
Bien valdría la pena que los líderes políticos del mundo, se empoderaran del pensamiento de la vieja canción inglesa «Un viejo y sabio búho vivía en un roble. Cuanto más veía, menos hablaba. Cuanto menos hablaba, más escuchaba» antes de tomar decisiones y actuar.