Carlos Interiano, escritor. Periodista Profesional, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Magíster en Comunicación y Periodismo y Doctor en Investigación Social. Ha trabajado en el ramo educativo durante 43 años en diferentes niveles y sistemas.

Posee experiencia en planificación, producción y evaluación de proyectos educativos y comunicacionales y está muy familiarizado con la temática de derechos humanos, justicia, género, multiculturalidad, niñez y juventud. Diseñador de carreras a nivel de bachillerato, licenciatura, maestría y doctorado. Diseñador de diferentes talleres y seminarios.

 

PATRIMONIO
Una cama de horas en vigilia
una almohada de sueños
sin cumplirse
un par de sillas plásticas
una mesa de pino reestrenada
dos platos para la reposada cena
una flor que acompañe la comida
el maullido del gato
que pide mis caricias
mil versos acumulados
que esperan una voz que los libere
y los ojos de la noche
que los llore
Ese es mi caudal
más cuando muera
no seré menos ni más
que el sultán de arabia
iremos a la tierra
que como amante
con ansias nos espera
 

EL PAN NO SABE

A mi amigo David Arias, quien en su juventud
fue panadero, luego, poeta.
Al generoso pan, trigo nutricio, le falta
el alma de una mano que lo comparta.

Se ofrece pleno en la opulenta mesa,
se vuelve ausente en la humilde tabla.
El generoso pan no sabe que en el campo
fueron uno, la espiga limpia del fecundo trigo
y el sudor aciago de unas manos que afanosas
sembraron la cimiente y cosecharon el fruto.

El pan no sabe que sus variadas formas
son siega y arado y surco minucioso y molino
y lágrima de amasijo y llanto en madrugadas
frías antes de servirse en la mesa plena.

Ese pan ignora que tras cada grano se
gastan los años de manos obreras que
vuelven a casa donde no hay sustento, ni trigo,
ni vida, tan solo esperanza y mucho cansancio.

USUFRUCTO
A doña Hildita Cabrera,
maestra de la vida.

Nada nos pertenece, decía
doña Hilda Cabrera. Nada es nuestro.
Somos usufructuarios de todo
lo que alcanzan nuestras manos.
Nada es nuestro, ni el caudal
que se obtiene
con trabajo, ni el que llega por
las ruedas de la historia, ni el ilícito
que llena nuestras arcas.
Nada es para siempre.

Somos depositarios
de la felicidad, del llanto,
de la alegría,
de una ráfaga de viento
en la mañana,
de una sonrisa furtiva por la tarde.
/depositarios del amor, tan solo/
nada nos pertenece. Por más
que lo guardemos,
todo se desvanece como una puesta
de sol en una tarde luminosa
y al terminar el ciclo
regresamos al vientre de la nada
exactamente como llegamos.

En la infinitud
del tiempo, la vida misma
es flor de un día /de un segundo/,
un préstamo
que tarde o temprano
tendremos que pagar.
Nuestro caudal
es de ocasión.
Todo está en usufructo.
Detrás de nuestro yo
hay otro
esperando la estafeta.

ETERNITUD
 
Hay cosas que perduran aunque
ya no las tengamos. Un libro un llavero un poema
de Neruda. Un leve
roce de manos un beso en la
mejilla. Hay momentos que en la vida se
vuelven heridas de muerte /pero sanan/ y recogen
las cenizas de un fénix olvidado para
inundar de nuevo la sonrisa de los días. Hay
presencias
luminosas que carbonizan
la dicha y se vuelven apagadas
como sombras tras el día. Hay ausencias de
virgilios /a veces/ en nuestra senda y caminamos
a ciegas /sin encontrar la salida/
hay placeres que en el tiempo se han ido
quedando añejos como se quedan las hojas de
un viejo libro de cuentos. Hay canciones que en la
cuna se quedaron para siempre /hay pasiones
que en la alcoba no alcanzaron la victoria/. Hay
batallas no ganadas y hay glorias sin victorias. Hay
derrotas sin combates. Hay cenizas sin sus flamas.
Hay cosas que perduran aunque la mente las borre.
De esas cosas cotidianas está hecha la poesía.

Selección de textos. Roberto Cifuentes

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