“Este es el resultado del bullying. Mi chico guapo estaba peleando una batalla que ni yo podía salvarlo. Es real, es silencioso y no hay absolutamente nada que puedas hacer como padre para quitar este profundo dolor”, esta es la línea con la que comienza su carta abierta la madre de Drayke Hardman.
Con apenas 12 años, Drayke en lugar de asistir a su clase de baloncesto, decidió quitarse la vida tras sufrir bullying por parte de un compañero de clase por más de un año en su colegio en Utah, Estados Unidos.
«¿Qué haría que un niño de 12 años perdiera tanta esperanza en su corazón para que se amarrara la camiseta con capucha alrededor del cuello para quitarse la vida? Una palabra, bullying”, agrega el padre de Drayke.
Nosotras LH contactó a la directora general de la Fundación En Movimiento (FEM), una entidad mexicana que inicia operaciones en 2010 con la misión de prevenir y atender el bullying por medio de estrategias de educación para la paz enfocados en la atención de la comunidad escolar (alumnos, padres de familia y maestros), Reyna Monjaraz con el fin de ahondar en el tema.
¿QUÉ ES EL BULLYING?
Monjaraz menciona que una definición práctica para poder comprender la palabra es: “estas conductas agresivas que suceden de un alumno o alumna a otro son constantes contra alguien e intencional, lo manejamos con la regla de las 3 C: Constante Contra alguien y Con intención de dañarlo”.
A este se le debe sumar la temporalidad, es decir que es persistente en el tiempo: dos o tres veces a la semana durante un periodo de 2-3 semanas, un mes o más, en este momento se puede hablar de que ya es una situación de bullying contra alguien.
Esta puede realizarse específicamente por una persona o un grupo de personas hacía un individuo, y es con la intención de causarle daño psicológico, mental, pero que muchas veces no se es consciente completamente del daño que puede provocar.
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IDENTIFICAR A LOS IMPLICADOS EN BULLYING
“Cuando hablamos de implicados en el bullying podemos hablar de toda la sociedad, porque lo hemos permitido al decir que esto sucede desde el inicio de las escuelas, inclusive gente mayor dice ‘en mis tiempos también existía y no me paso nada’, y así lo permitimos y lo normalizamos, desde ahí estamos implicados como sociedad”, argumenta la directora de FEM.
Sin embargo, en casos específicos de ejecución de bullying Monjaraz da a conocer a los cuatro actores implicados, y explica que los términos adecuados para referirse a ellos no son agresor o víctima:
QUIEN GENERA LA VIOLENCIA:
de esta forma se habla de actitudes que se pueden modificar y no de una persona, si le llamamos agresor estamos modificando a una persona a ser así (y puede serlo), pero explica que por medio de tratamientos psicológicos se pueden modificar las conductas.
Manifiesta que este menor de edad es una persona que siente que tiene el poder para hacer lo que está haciendo, y que lo hace porque sabe que no existen intervenciones o protocolos claros sobre las consecuencias por parte de los centros educativos o padres, “hay una impunidad dentro de la escuela, saben que no irá más allá de un reporte o un regaño en casa”.
Pero esto tiene un trasfondo que Monjaraz explica y es que debajo de una situación de bullying por parte de quien genera las agresiones hay muchas causas por las que sucede: como probablemente sucedan al interior de su casa, puede estar siendo violentado por mamá, papá o cuidadores primarios, que está siendo sobreprotegido y esta es una forma de violencia muy fuerte hacía los menores porque saben que los adultos resolverán sus acciones.
“No está siendo visto desde casa, es ignorado, no recibe cariño, y ejercer esto es una forma inconsciente de buscar la atención de alguien por medio de conductas violentas para ser atendido y visto por un tercero, y es cierto que quien recibe la agresión necesita ayuda, pero también quien la genera”, agrega.
QUIEN RECIBE LA AGRESIÓN:
esta es la manera para referirse a “la víctima”; a estos niños es importantes prestarle atención y brindarle la ayuda necesaria, pero también es crucial instruir para que puedan valerse, “que sepa y sienta que puede defenderse por sí mismo, no por medio de golpes, si no a poner un alto, a pedir ayuda a los demás”.
Agrega que estos niños viven estas situaciones de forma muy solitaria y les da mucha vergüenza pedir ayuda a los adultos e inclusive a sus propios compañeros, porque pedir ayuda es aceptar que son vulnerables, que están siendo maltratados y no son capaces de hacerlo solos, pero sentirse así es totalmente válido, por lo que es un tema de mucha ayuda psicológica.
LOS CÓMPLICES:
son aquellos actores que intervienen en la parte de generar conductas agresivas hacía otras personas, que participan en el momento de llevar a cabo la agresión hacía alguien junto con la persona que la genera primordialmente.
La directora de FEM declara que muchas veces estos menores de edad no es que quieran realmente apoyar las agresiones, “pero tienen miedo a ser ellos quienes las reciban, no saben cómo poner un alto o enfrentar a quien genera, sienten que es el único camino que les queda, para asegurar que el bullying no se vaya contra ellos”.
Sin embargo, recalca en la importancia de decirle a “los cómplices” que ellos son quienes tienen el gran poder de terminar muchas veces con esta situación de bullying, porque ellos al poner un alto, no promover o motivar estas acciones, quien ejerce no tendrá el apoyo de nadie en sus actuares.
“La invitación es a los papás para que se sienten y hablen con sus hijos de la importancia de no ser parte de los generadores de violencia o cómplices”, remarca.
LOS OBSERVADORES se dividen en dos grupos:
LOS OBSERVADORES:
son quienes no participan como tal en el acto, sí observan y sí saben lo que está ocurriendo, pero lo ven desde lejos y no hacen nada por detener esta conducta agresiva.
LOS OBSERVADORES DEFENSORES:
estos son los que se atreven a denunciar actos de bullying con autoridades escolares, padres o adultos en los que confían, y que ayudan de alguna manera a que haya intervención cuando los mayores no se han dado cuenta.
Por ello Monjaraz resalta en la importancia de que cuando personal escolar o adulto mayor reciba la confesión de alguno de estos chicos, le aseguren que está a salvo, que el que haya ido a contarles no lo pone en riesgo a ser ahora quien recibe la agresión.
Con esta denominación de actores busca que se pueda observar e identificar de qué manera la niñez está siendo participe de.
LA IMPORTANCIA DE HABLAR DE BULLYING
“Desafortunadamente es una situación que lejos de desaparecer va en aumento, y porque sigue existiendo, no podemos minimizarlo y decir que porque siempre ha estado presente no es grave, tenemos que entenderlo ya que niñez y adolescencia lo sigue viviendo muy a solas”, explica la directora de FEM.
Esto no obstante no se debe reducir a solo una plática, hay que tomar conciencia de que el bullying se manifiesta en espacios escolares, pero se desencadena desde casa, porque en ese espacio es donde se educa y forma a los niños por medio de valores y ejemplos, así que lo que sucede es que ellos replican estas conductas en el lugar donde socializan: la escuela.
Y agrega que si dentro de la escuela no existen protocolos claros para identificar, prevenir y atender con sanciones que dejen un aprendizaje y no solo castigos en vano, tratar el tema será más complicado.
CAPACITARSE EN EL TEMA DEL BULLYING
Monjaraz manifiesta que dos puntos clave, el primero y más urgente es que todo el personal educativo que labora dentro de las instituciones escolares se capacite con el fin de reconocer, prevenir, desarrollar protocolos de atención, reacción y sanación, así como abordar el tema con los padres de familia.
Lo segundo es establecer protocolos claros que realmente se implementen y no se “guarden en un cajón”, que sean del conocimiento de toda la comunidad escolar y padres, para que sepan qué pasará si su hijo o hija ejerce la agresión, la recibe, son cómplices u observadores.
NO QUERER IR A LA ESCUELA
“Cuando los papás vean que sus hijos no quieren ir a la escuela, primero antes de llamarle la atención busquen y platiquen con ellos si se debe a una situación de no estar de buenas o con ganas o si está evadiendo alguna situación de bullying”, manifiesta.
Recalca que el síntoma más reconocible es que diga que tiene miedo de ir al colegio o escuela, porque es un indicio de que algo está pasando, y ahí es cuando los papás no deben juzgar o emitir juicios sin tener los elementos necesarios para acusar o señalar.
Por último, agrega que la observación es un punto importante ya que esto dará a reconocer algún cambio de conducta o semblante en el menor de edad, y no ser una parte incisiva, sino más bien sentarse y ejercer un diálogo; “no solo desde el tu dime, y yo te cuestionó, es mejor generar confianza en los niños porque si tienen esta seguridad en los adultos los acercará a pedir ayuda”.
En Nosotras LH compartimos el mensaje de Niños de Ahora sobre la importancia de conectar y tener una constante comunicación con los hijos, tal y como lo dice Monjaraz por medio de un diálogo que vaya en doble vía y no solo en una. Así como en ser conscientes de los ejemplos que se fomentan e imparten desde casa con los menos de edad ya que es la manera en que ellos se forman y comportan en el mundo exterior.