Claudia Virginia Samayoa

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Claudia Virginia Samayoa
@tucurclaux

Hoy quería hablar del gasto del gobierno en hacer lobby en Estados Unidos.  Quería hablar del Día de la Vida y la Familia. En su lugar, quiero hablar de dos mujeres valientes que desde su vida silenciosa han dado tanto a Guatemala, que hoy pagan su amor con cárcel y persecución. Hoy cuando el Ministerio Público inició una cacería contra abogadas porque el señor que dirige una fundación cuyo nombre no necesito escribir se lo pidió.

Quiero hablar principalmente de una mujer quien de lejos parece ser una endeble gatita porque es delgada y bajita; pero es una leona decidida a que se haga justicia en Guatemala. Es una mujer de una entereza moral sorprendente; en los años que tengo de conocerla no hace nada que está fuera de la ley, ni que esté cercana a esa línea.  Esta joven mujer viene de una familia piadosa y trabajadora. Ella cuida a sus padres y siempre ha resaltado que ellos son lo más importante.

Ella tomó el reto en el año 2008 de unirse al experimento de la CICIG como mandataria y acompañó casos desde ese entonces hasta el cierre en julio del 2019. Cuando me la encontré en CICIG, me contó que aprendió mucho y se sentía orgullosa de saber que los casos se llevaron con profesionalismo y que tanto ella como los funcionarios de la FECI aprendieron sobre cómo hacer investigaciones y llevar casos complicados. A ella la tenían amenazada los Mendoza y su abogado; ella los comprendía e indicaba que era un asunto del proceso y que debían entender que allí era un tema profesional y no personal.

Luego de salir la CICIG, cuando los casos contra fiscales de la FECI se empezaron a multiplicar como hongos, ella tomó aquellos contra auxiliares fiscales y fiscales que no eran conocidos pero que habían llevado y llevaban la carga de los casos con integridad. Las cosas empezaron a volverse muy feas cuando la fiscal general, Dra. Consuelo Porras, decidió que el odio y la venganza dominaran la actuación fiscal.

Y así, el día de ayer, finalmente, luego de mucho probar, encontraron que tal vez les pegaba acusar a esta mujer de obstrucción de la justicia en un caso donde la otra mujer más odiada, Ericka Aifán, había actuado. Sus ojos se pusieron alegres y decidieron inventarse que es delito que una abogada solicite actuaciones ante tribunales para defender a su cliente y que su cliente también comete delito por quererse defender.

Ante una acusación que difundieron los netcenteros porque resulta que el caso está bajo reserva.  Ella no se doblegó, subió su frente y sufrió el escarnio de las autoridades exhibiéndola como presea y guarda prisión hasta el martes entrante.

Hoy quiero empezar honrando a la licenciada Leydi Santizo Rodas, la leona de la justicia, la defensora de derechos humanos firme y consecuente.

La otra gran mujer, una fiscal de carrera que ha pasado por muchas fiscalías y su gran trabajo le ameritó llegar a la FECI donde brilló y eso le permitió ascender a jefa de Sección; pero hoy se presentó a Tribunales para pedir que se resolviera su orden de captura.  Siomara Sosa es esa mujer y no la conozco tanto, pero me ha confirmado que hay muy buenos fiscales, el cáncer está en la cabeza del MP.

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