Álvaro Pop
Mayo 2011, en la sede de Naciones Unidas representantes de pueblos indígenas de todos los continentes del mundo se reunían para compartir sus preocupaciones, sus realidades y sus sueños (Caucus de juventud). Este encuentro se realizaba en el marco de Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas, era el preámbulo y preparación para su presentación ante el mundo.
Ha pasado una década y sus problemas se han incrementado. Pero también su pasión y su anhelo por un mundo mejor. Esa generación tiene la enorme responsabilidad de atender más urgentemente la atención a la juventud. Los gobiernos la enorme obligación de ponerlo como prioridad en su agenda. Esta fue parte de la conversación que se tuvo en esa histórica oportunidad:
“Muchas gracias por la oportunidad de hablar con el futuro. La juventud es un estado de ánimo, es una perspectiva, es una flor. También es una condición física. Es ingenuidad, es pasión, es revolución. Hoy más que nunca hemos sentido la profunda necesidad de reiterar nuestro compromiso con la juventud. Hoy el mundo está pasando por serios desafíos sobre su futuro: El cambio climático, el repensar de las democracias, la convivencia en paz, discutir el imperio del mercado para encontrar opciones que lo humanicen; los derechos humanos de las personas; el reconocimiento y el respeto a los pueblos indígenas; la profunda necesidad de la solidaridad entre los pueblos.
Y precisamente son los pueblos indígenas los que tienen grandes aportes ancestrales para los nuevos desafíos. El alto valor de la palabra empeñada; somos la conciencia crítica de la sociedad que perdió el rumbo del valor de lo humano; que perdió su humildad, su humanismo en la batalla ante el mercado y el poder; hemos guardado por cientos de años, la esencia de la naturaleza, lo colectivo y el aprovechamiento racional de los recursos; el respeto ante los ancianos.
¿Cuántos niños mueren diariamente de hambre? ¿Cuántas mujeres son violadas diariamente? ¿Cuántos jóvenes se suicidan diariamente? En medio de todo esto buscamos la oportunidad de ser ¡felices!
Hoy por hoy, los jóvenes son la oportunidad de un mundo mejor. Los jóvenes indígenas especialmente, los que relevarán la antorcha de libertades siempre aspiradas, siempre luchadas, siempre soñadas. Y lo harán de la manera de siempre, forjándose para el futuro, siendo actores del presente, respetuosos de lo ancestral, viviendo su juventud con plenitud, con esperanza, con revolución. ¡Bienvenidos!
Bienvenidos a nuestras luchas, al encuentro del conocimiento de los otros, de los sueños truncados que hay que levantar, de las tragedias que hay que remediar, ante los Estados que hay que mejorar. Bienvenidos a nuestro cansancio, a nuestros esfuerzos por acelerar el respeto a nuestras milenarias enseñanzas, hoy por la tecnología, puestas en la dimensión de lo local y lo comunitario puestas en el conocimiento global.
Como diría un gran pensador: “…y sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”. ¡Sean fuertes en la interculturalidad, tanto como en la fortaleza de su identidad, sobre todo sean capaces de ser jóvenes! ¡En memoria de mi madre, en reconocimiento a mi padre, siempre presentes!”.