Poco ha invertido el Gobierno para concientizar sobre los beneficios de la vacunación en ese sector de la población. Foto La Hora/Salud

La publicidad para explicar a la población las ventajas de la vacunación contra el Covid-19 no puede considerarse como un gasto sino como una verdadera inversión en salud dado lo que el país se puede ahorrar en gastos médicos en la medida en que más gente esté inmunizada y no requiera, por lo tanto, asistencia hospitalaria en el caso de contraer la enfermedad que está presentando ahora altos niveles de contagio como resultado del efecto que causa la variante ómicron. Viendo cómo va el ritmo de la vacunación y que somos uno de los países más atrasados del mundo, los esfuerzos debieran ser inmensos para llegar a todos los rincones de Guatemala a efecto de que se pueda garantizar la salud a la población.

Sin embargo, como siempre pasa con la población indígena, el Estado no atina a comunicarse con quienes conforman, según el último censo, el 41.66% del total de habitantes del país. Disponiendo en diciembre de 15 millones de quetzales para hacer campañas para elevar la cantidad de vacunados, las autoridades decidieron gastar apenas un 8.4% de los recursos en mensajes en las lenguas mayas, lo cual demuestra el poco interés que hay entre quienes dirigen los destinos del país por atender al grueso de la población que debiera ser el principal objetivo de esas campañas luego de que entre la población ladina los índices de vacunación son bastante más altos.

No es primera vez ni es éste el único tema en el que se puede notar esa disparidad que muestra la llamada clase dominante para atender las necesidades de los indígenas guatemaltecos. Vistos secularmente de menos, la pandemia vino a demostrar que hasta en cuestiones fundamentales de salud pública prevalece ese aire discriminador que simplemente no los toma en cuenta, que ni siquiera pareciera reconocer su existencia.

Por múltiples razones el esfuerzo debió ser más fuerte y no sólo recurriendo a las lenguas mayas, sino también a elementos de su cosmovisión que es extraordinaria y peculiar, sobre todo si entendemos que existe ahora la esperanza de que la variante ómicron pueda ser el inicio de un cambio en las condiciones del Covid-19, al punto que ya se habla del posible inicio de una etapa endémica en vez de la epidémica. Pero uno de los elementos fundamentales para que podamos convivir con el virus y sus variantes es la capacidad que tengamos, la humanidad, de incrementar las inmunizaciones para que efectivamente pueda hablarse de inmunidad de rebaño, pero países con autoridades tan inútiles como las de Guatemala se convierten en una seria amenaza a esa posibilidad.

Redacción La Hora

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