Raúl Molina

Golpea la noticia hoy: “En dos años se reportaron 49 mil 375 niños con desnutrición aguda”, que indica que en 2021 hubo sesentaiuno niños muertos, el doble que el año anterior. Para el año, el gobierno reportó un incremento de 7 por ciento en el PBI, concentrándose la ganancia en los ricos. ¿No es esa una situación realmente indecente y hasta criminal, porque hubo muertes? La desnutrición infantil es la muestra más clara de que vivimos en un Estado fallido para las mayorías; sólo sirve bien a la minoría millonaria. Los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y la Corte de Constitucionalidad, son el estrato servil que se arrastra ante la cúpula del sector empresarial y se engolosina con las migajas que les tiran. Por ello, no me dirijo a Giammattei, que en su informe ante el Congreso fue incapaz de mencionar que el crecimiento económico se debió a las remesas y no a una supuesta capacidad del sector privado y que, al mencionar la situación del país, olvidó reconocer la gravedad de los problemas sociales, acrecentados por la pandemia y la corrupción, entre ellos la desnutrición infantil. Me dirijo a los dueños del circo y no a los animales; me dirijo a quienes dirigen el CACIF.

Sin duda, más de una persona les ha dicho que su morbosa alianza con el crimen organizado les hace cavar su propia tumba. Se les acusa de dirigir el secuestro del Estado y la destrucción de la institucionalidad democrática, pues han colocado a los mandatarios de los últimos diez años, que son cada día peores –Pérez, Jimmy y Giammattei. Manejan y manipulan el sistema político, llenando el Congreso, el MP y las Cortes de personajes inescrupulosos, delincuentes y corruptos. A lo largo de diez años han gozado de la tolerancia, primero, la complicidad, después, y ahora la debilidad de los gobiernos estadounidenses, permitiendo el asalto del Estado. En el proceso, han caído todas las máscaras; su ansia, por acumular riqueza, a cualquier costo, les ha desnudado ante la población. Ya no pueden echarle la culpa al gobierno de turno por los desmanes que ocurren, porque ellos manejan al gobierno y lo sostienen en tanto les guarden sus bolsillos y las espaldas. Se destapa que han estado en trabajos conjuntos, sucios, con militares y criminales de lesa humanidad; en arreglos y componendas, bien pagadas, con capitalistas extranjeros; y unidos a la corriente trumpista en EE.UU. Se han convertido en multimillonarios con poder militar, paramilitar y político.

No pienso en su supervivencia ni me preocupa el colapso de esta clase; pero no puedo dejar de señalarles que el gravísimo problema de la desnutrición infantil, vergüenza nacional e internacional, es su responsabilidad directa. ¿Cuánto dinero se requiere para alimentar adecuadamente y atender la salud de cincuenta mil niños y niñas? Para los potentados nacionales, sería quitar una pluma a un zopilote o un pelo a una hiena. No es caro y, por primera vez, se enterarían de qué es justicia social, lo que la Iglesia Católica ha venido exigiendo desde el siglo pasado y, sin la cual, es difícil “pasar por el ojo de una aguja”. Asumamos la meta para 2022: ningún niño o niña con desnutrición.

Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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