El Organismo Judicial y algunos diputados, cada uno por su parte, difunden mensajes sobre el sometimiento de los servidores públicos ante la autoridad divina y prácticamente afirman que ellos actúan en nombre de Dios Todopoderoso en el desempeño de sus funciones en lo que es sin duda una absoluta blasfemia, sobre todo conociendo a la perfección el comportamiento abyecto de esas personas que se tratan de lavar la cara recurriendo a una supuesta Teocracia, en lo que es un esfuerzo para encubrir a los corruptos y a quienes tienen vínculos con el crimen organizado y les sirven desde posiciones claves del Estado.
La Constitución de la República establece la existencia de un Estado laico en el que se respetan todas las religiones y lo que están planteando esos funcionarios judiciales y del legislativo, además de la cantaleta presidencial sobre las bendiciones, es un sometimiento ficticio a una fe que les sirve de propaganda a individuos totalmente descalificados que están, literalmente, tocando a Dios con las manos sucias.
La indignación ciudadana es mayor porque resulta una acción cínica e inmoral de quienes todo el tiempo están actuando no sólo contra toda clase de principios, sino que además lo hacen con total desfachatez porque su propósito y compromiso es únicamente servir al dios del dinero. Todo lo hacen porque tienen que facilitar la realización de negocios como el del ferrocarril y otros envueltos en alfombras, que deben quedar en la impunidad y por eso mueven cielo y tierra para ir resolviendo casos a fin de liberar a todos los que enfrentaron problemas con la justicia por sus crímenes económicos, mientras otros legislan para facilitar el asalto a los recursos públicos y otros se encargan de poner todo el aparato del Estado al servicio de los sinvergüenzas.
Y que de ajuste se porten como plañideras manifestando su sometimiento a Dios y afirmando que ejercen la autoridad en nombre del Ser Supremo es una afrenta no sólo a la inteligencia de los guatemaltecos sino a esa misma divinidad que dicen servir. Se olvidan los pícaros cómo fue que Jesús sacó a latigazos del templo, en su único momento de ira, a los corruptos que explotaban al pueblo precisamente en el nombre de Dios y ojalá llegue el día en que ese gesto pueda repetirse por la indignación que provoca que la gente más inmoral se escude en esa pajera teocracia para cometer sus fechorías y todavía presumir de que son gente decente y devota.