Ayer se supo que la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, había llamado al gobernante guatemalteco Alejandro Giammattei y de manera casi simultánea se publicaron tanto en nuestro país como en Washington, comunicados oficiales respecto a la conversación entre ambos funcionarios. Mientras el gobierno de Guatemala especificó que los temas tratados fueron “migración irregular, narcotráfico, el fortalecimiento del Estado de Derecho y, principalmente, el plan de atracción de inversiones para Guatemala para generar oportunidades en el país”, el comunicado emitido en Estados Unidos hace hincapié en otro tema, destacando que la funcionaria le señaló a Giammattei la necesidad de responsabilizar a los actores corruptos en Guatemala por el efecto que la corrupción tiene en las condiciones actuales de nuestro país.
Increíble la torpeza de los comunicadores del gobierno al suponer que omitiendo el tema de la corrupción todo quedaba resuelto, sin imaginar que la contraparte haría una relación detallada de los asuntos que fueron abordados y enfatizaría aquellos que para ellos son fundamentales. Queda en evidencia que en el gobierno no existe más objetivo que el de encubrir la realidad para quedar bien con el jefe, aunque se expongan al ridículo tremendo que significa ese burdo contraste que pone de manifiesto la enorme contradicción existente en términos de prioridades para uno y otro país.
Después de la andanada de ataques que frente a los auditorios trumpistas fue a pronunciar Giammattei en su último viaje a Washington no se podía esperar que la conversación se limitara a un intercambio cordial y muy diplomático en el que Kamala Harris únicamente abordara los temas que le pueden interesar a Giammattei. Y por supuesto que el asunto del narcotráfico sigue siendo preocupante, sobre todo cuando se saben las vinculaciones que existen entre autoridades que brindan protección al crimen organizado y facilitan sus operaciones con ese debilitamiento sostenido del Estado de Derecho que es consecuencia de la cooptación que se hace de todo el sistema de justicia para ponerlo al servicio de la impunidad que alienta más corrupción. Y en esos términos es imposible que vengan capitales serios a generar oportunidades porque los que vienen tienen que someterse al régimen de extorsión que imponen las autoridades.
Nada le hubiera costado, para tapar el ojo al macho, a Giammattei decir que hablaron del tema de la corrupción que preocupa tanto a Estados Unidos como a su gobierno. En cambio, al descaradamente omitir la mención de ese puntual asunto, lo único que queda claro es cuánto le molesta que se lo digan y que él no tiene el menor interés por abordar el problema, lo que se entiende cuando sabemos que todo gira alrededor de los negocios que se hacen en prácticamente todo el aparato estatal.
Sinceramente parece torpe e idiota que los comunicadores obviaran un asunto que, a juzgar por la contundencia del comunicado de la vicepresidencia norteamericana, sigue siendo de enorme interés y marca el tono de las relaciones bilaterales. Al actuar como lo hicieron le están dando más muestras a Harris de lo que les irrita el tema, así como del nulo interés que hay por enderezar el rumbo.