Totalmente insípida resultó la cadena nacional en la que Giammattei hizo su regreso al ruedo luego de varios días de notoria ausencia. Habló de avances en el proceso de diálogo entre las comunidades de Sololá, atacó al Procurador de los Derechos Humanos (que no tenía vela en el entierro pero aún así envió delegados al lugar) y exaltó el uso de la fuerza como instrumento para controlar la situación, sin admitir que lo que ha hecho es exacerbar el ancestral problema que no ha recibido la atención debida. Leyendo un texto que alguien le preparó y sin despegar los ojos de la pantalla que le pusieron para que supiera qué decir, habló sin enviar ningún mensaje consistente ante la gravedad de la situación que se vive y, menos aún, sobre el fiasco de las fuerzas de seguridad.
Toda la población rechaza los actos de violencia como forma para dirimir conflictos de cualquier naturaleza, pero al gobierno le compete, además de eso, buscar una solución viable al conflicto que se ve agravado por la posible existencia de factores externos. Y en ese sentido es en el que no se avanza porque es evidente que quienes dirigen las mesas de diálogo se quedan en la periferia sin entrar al fondo de un problema que no terminan de entender y captar en su justa dimensión.
El objetivo central del mensaje era atacar al Procurador de los Derechos Humanos aunque él habló de “la Procuraduría”, entidad que no existe. El desconocimiento de las funciones del PDH es más que evidente, tanto de su parte como del Ministerio Público porque no entienden qué son esos derechos humanos y quiénes son los que pueden violarlos. El particular no viola derechos humanos sino, en caso de agredir a alguien o causarle la muerte, incurre en el delito de homicidio o asesinato, dependiendo de las características del crimen, pero es un error repetido hasta el cansancio, como aquello de que el PDH es defensor de delincuentes.
Viniendo del gobernante el error de apreciación sobre el papel que juega en la sociedad el Procurador de los Derechos Humanos es inaceptable porque quien le escribió el mensaje no entiende ese rol y deja en ridículo a su jefe que repite simplemente el texto que alguien le puso enfrente, sin analizarlo ni entenderlo.
Es increíble, pero mantenerse en silencio era mejor para el gobernante que montar esa insulsa cadena que no explicó nada ni sirvió para que la opinión pública pudiera entender mejor lo que está ocurriendo y lo que el gobierno se propone para dirimir el conflicto.