Ya se sabe que el problema entre los pobladores entre Santa Catarina Ixtahuacán y Nahualá es ancestral y deriva del dominio sobre una extensión de tierra que ambos se atribuyen, ante lo cual históricamente se han enfrentado y la semana pasada hubo otro de los tantos conflictos fatales que se han vivido a lo largo de tantos años. El tema se ha exacerbado recientemente y ello generó que el Vicepresidente Castillo se hiciera cargo de la mediación, pero los problemas entre él y el gobernante hicieron que se modificara la comisión a cargo de mediar entre los pueblos y al día de hoy ni Castillo ni el ministro de Gobernación, Gendri Reyes, informa sobre el curso de las pláticas ni, mucho menos, si hubo acuerdos y cómo va su cumplimiento.
Los comunicados oficiales hacen relación a los lamentables hechos de violencia ocurridos en Sololá durante las últimas horas y que han cobrado varias vidas, pero es preciso entender a fondo el proceso que se lleva para determinar si la falla está en la conducción de las negociaciones o si se trata de otros factores, como algunas fuentes oficiales, relacionadas con intereses políticos.
No es el único caso que tenemos en el país de conflictos de tierra o de conflictos jurisdiccionales porque los registros históricos de propiedades comunales no han sido respetados en todos los casos y hay varias de ellas que fueron objeto de despojo, dejando de manera subyacente dificultades que tienen a manifestarse de tiempo en tiempo.
Obviamente el Estado de Sitio y el envío de fuerza pública, así como se hizo para proteger a los rusos, puede ser la mayor tentación y en todo caso eso puede aplacar temporalmente las dificultades, pero no resuelve el problema y es obvio que en este caso hace falta una mediación competente. Giammattei criticó lo que había hecho Castillo, sin decir por qué lo decía, pero es obvio que su mediador tampoco ha sido capaz de ofrecer resultados que traigan el diálogo serio como consecuencia.
Diálogo implica compromisos y el liderazgo tiene mucho que ver para hacer que eso avance. La arrogancia y prepotencia, de uno u otro lado, no son mecanismos adecuados para lograr el resultado que se está buscando y por ello es que creemos indispensable un informe detallado, circunstanciado, de lo que hay, de lo que se ha hecho y de lo que se propone, para que otros sectores puedan también hacer aportes que puedan llevar a la solución pacífica del conflicto. Hoy por hoy lo que sabemos es que ni Ixtahuacán ni Nahualá encuentran concordia ni las autoridades saben realmente qué hacer.