Alfonso Mata
Casi todos los guatemaltecos mayores de edad, fuimos educados en la fe y principios cristianos que inmediatamente pasados los 18 años olvidamos o dejamos de practicar y creer y muchos aprendimos a vivirla solo a través de eventos como Semana Santa, Día de los Muertos, fiestas de pascua y del santo patrón del pueblo.
Católicos y Evangélicos al final, somos exhortados por los mismos principios de doctrina cristiana; principios que poco o nada usamos en el vivir político o social en que nos vemos envueltos cotidianamente. De tal manera que ni nuestro comportar social, ni político, es de inspiración producto de una ética y moral cristiana y en medio de ese maremágnum religioso o no, no es fácil toparse uno con personas francas y honradas que se ahogan en enorme cantidad de crueldad, inmoralidad y estupidez, dictado eso muy poco con seguir o no seguir, vivir o no vivir, determinada doctrina religiosa.
Los actuales abuelos, ya poco tuvimos contacto real con el catecismo o clases de religión; la generación actual de adultos, la mayoría, no tienen ni capellanes ni pastores; las universidades católicas y evangélicas, poco enseñan y difunden al respecto, la población asiste al culto o a la iglesia como espectáculo en su mayoría; pero vivir lo que se sabe y mandan sus principios, eso es otra cosa; eso prácticamente desapareció del contexto social y ya no hay presión externa sobre ello, aunque eso antes nunca demostró ser de entera utilidad más que para algunos, a quienes ha servido para alcanzar con facilidad privilegios y extorsionar y para cualquier fin efímero.
Con lo dicho, no puedo dejar de reconocer que hay personas comprometidas con su credo; sinceras, justas y cumplidoras para consigo mismas y con los demás y que dentro de ellas hay creyentes y no creyentes. Sin embargo, estas son tan pocas y deambulan por las ciudades e instituciones, sin que su aporte cambie o modifique injusticias e inequidades y lo normal es encontrarse con un ejército de personas que no cree en nada y nadie y que su vida la plantean con relativismo. Toda su conducta es relativa, al igual que su vivir que se constriñe en hacer del hoy disfrute y punto ciego, sin tratar de perfeccionarse más que ser más fuerte que los otros, más célebre, más importante, más rico y en ese logro, lo más fácil, rápido y factible es a través de la picardía, dejando de tajo desde la juventud el ser bueno, honesto, y útil, pues esto lleva a desprecio y burlas mientras que la entrega a vilezas, pasiones y faltas, eso genera elogios y aliento para terminar en admiración y compruébelo estimado lector: una inmensa mayoría si no la elogia, tolera la ambición, el ansia de poder, la codicia, la lascivia, el orgullo, la venganza. Y si eso no fuera cierto, no existiría tal magnitud de inequidades, injusticia, violencia y muerte innecesaria en nuestra sociedad. Felices fiestas de pascua y la paz a todos.