Marco Morales
Hemos presenciado esta semana numerosos episodios de violencia extrema en las calles de la Ciudad de Guatemala. El desmantelamiento de la Policía Nacional Civil que se dio bajo la dirección de Jimmy Morales y Degenhart y la continuidad de esa política con Giammattei y Reyes, provocó retroceder sensiblemente en un tema que preocupa a todos: la seguridad de las personas en las calles, en sus trabajos, hogares y empresas.
Ello se suma a los ataques a activistas y periodistas, y a todo aquel que alce su voz contra el statu quo de contaminación, muerte, injusticia, impunidad y corrupción, que nos rodea.
Para nadie es un secreto la indiferencia y silencio cómplice de mucha gente en Guatemala. Quien haya viajado por el mundo o vivido un tiempo fuera de este país, ha visto otra reacción social frente a los abusos, la gente unida marcando un hasta aquí a los excesos. ¿Qué pasa en Guatemala? ¿A usted también le resulta repulsivo ese absurdo acomodamiento al tercer mundo?
Percibo que incluso a esa gente indiferente, empieza a preocuparse por la violencia. Es lógico, pues muchos de estos episodios se llevan a cabo en horas pico y en algunas de las calles más transitadas de la ciudad… parecen diseños de campañas de terror de la mafia. Quieren robar en paz, sin atención de la gente, bajo el manto de una autoridad represiva, dictatorial.
Bueno, vea, al igual que muchos de ustedes, vivo en la Región Metropolitana de Guatemala; leo las noticias y actualidad a través de Twitter y los distintos usuarios, alguna vez por curiosidad veo un par de minutos alguno de esos canales del statu quo, para conocer cuál es el discurso oficial y la lavandería de cerebros. Siendo así, estoy seguro que no se puede ser indiferente a esto que sucede. Uno se siente parte de esta realidad.
Esta semana estuve en algunas comunidades rurales y zonas urbanas de cabeceras municipales, reunido con diversos actores de entidades de gobierno central y local, ONG y sector privado que están buscando soluciones conjuntas a los temas hídricos.
Allí pude respirar con más libertad, sentir el aire limpio y la actitud amable de las personas; desconectar de lo que sucede en la capital y el pensamiento de su gente. Recuerdo que hace algunos años, se decía que cuando venía el extranjero a Guatemala, sentía que la gente era noble, muy amable y atenta. Fuera de la ciudad, volví a sentir que estaba en Guatemala.
Considero que los expertos en datos y estadísticas, como Carlos Mendoza, podrían darnos una mejor lectura de lo que está sucediendo con la violencia. Pero creo sinceramente, que existe también una “violencia impuesta”, más psicológica, basada en esa campaña de terror, que nos contamina y nos aturde. Seguro que hay mafiosos que buscan acceder a la Presidencia de la República y al Congreso, capaces de darle forma a las campañas políticas más viles, a base del miedo a la violencia.
¿Pretenderán acallar así los robos multimillonarios de saco y corbata, la corrupción, la impunidad, la cooptación, la contaminación de los ríos, la depredación de la naturaleza, el hambre, el desempleo, el atraso en salud, educación, la falta de agua limpia en los hogares?
Es nuestro deber ser conscientes de ello, estar atentos, mantener la cabeza fría para que no nos manipulen.