Grecia impuso el lunes una amplia serie de restricciones para combatir un reciente repunte de casos de COVID-19, que ha impulsado la tasa de muertes a casi el doble de la de la Unión Europea.
A partir de ahora y hasta el 6 de diciembre, será obligatorio ponerse la mascarilla en todos los lugares de trabajo, habrá horarios escalonados en los sectores público y privado, y será obligatorio presentar el carné de vacunación, o de haberse recuperado recientemente, para entrar a todo sitio cerrado de entretenimiento.
Los lugares restringidos incluyen bares, restaurantes, salas de cine y museos.
También se impusieron restricciones en tribunales y templos religiosos.
Aproximadamente una tercera parte de la población del país, y una cuarta parte de su población adulta, siguen sin vacunarse y los decesos han ido ascendiendo pronunciadamente desde fines de octubre, hasta alcanzar su máximo nivel en seis meses.
Las medidas fueron impuestas luego que la ocupación de las salas de cuidados intensivos excedió el 90%.
El gobierno ha descartado volver a imponer un confinamiento colectivo, pero el ministro de salud Thanos Plevris anunció que en dos semanas las medidas serán reevaluadas.
“Son nuestros conciudadanos no vacunados los que se están enfermando, los que están yendo a las salas de cuidados intensivos, los que están muriendo”, declaró el ministro a la televisora Antenna.
Un fiscal, entretanto, presentó cargos penales contra más de 40 personas en el centro de Grecia, acusadas de participar en una trama para vender certificados de vacunación falsos a personas no vacunadas.
Es la primera vez que se usan acusaciones de participar en una organización criminal y de lavado de dinero en un caso de certificados de vacunación falsos.