Un duelo de silbidos y arengas entre legisladores oficialistas y opositores alteró el lunes el informe del presidente de Bolivia, Luis Arce, al cumplir su primer año de gobierno, mientras la tensión también se vivía en algunas ciudades donde se registraban protestas callejeras.
Incómodo por los gritos que se lanzaban los legisladores, Arce pronunció un discurso duro y de confrontación con la «derecha golpista» que lideró el «gobierno de facto» de la expresidenta interina Jeanine Áñez (2019-2020). «Vivimos tiempos de incertidumbre y una crisis profunda producto de la ruptura del orden constitucional que devino en masacres, pero hemos vuelto a la estabilidad y a la senda del crecimiento», dijo.
Arce llegó al gobierno con un contundente triunfo electoral para superar la crisis política tras las fallidas elecciones de 2019 denunciadas por fraudulentas, lo que provocó un estallido social con 37 muertos y precipitó la renuncia del entonces presidente Evo Morales. El país depósito su esperanza en Arce por sus credenciales como «cerebro» del milagro económico del gobierno de Morales, de quien fue ministro de Economía.
La oposición acusa a Arce de haber reactivado la polarización política a la sombra de Morales, líder del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), con una persecución judicial a opositores y el encarcelamiento y procesamiento de Áñez y de más de 50 políticos, policías y militares que lideraron las protestas de 2019. En tanto, la Fiscalía archivó el juicio por supuesto fraude electoral.
El gobernante, de 57 años, enfrenta el rechazo de vendedores callejeros, mineros, transportistas, juntas vecinales y otros aliados tradicionales de su gobierno que el lunes convocaron marchas en rechazo a un paquete de leyes que consideran confiscatorias de la propiedad privada y en reclamo de medidas de reactivación.
«Se abre una brecha en el gobierno. La oposición ahora viene desde dentro, de sectores sociales descontentos que eran aliados», indicó a The Associated Press Marcelo Arequipa, analista político y profesor en la Universidad Católica Boliviana.
La movilización popular se sentía más en Santa Cruz en el oriente, la ciudad más poblada y reducto opositor, donde calles y avenidas amanecieron cortadas y tomadas por manifestantes. Hubo choques entre manifestantes y simpatizantes del gobierno y se reportaron varios detenidos, según la televisión local.
En La Paz las actividades eran normales. Policías patrullaban las calles y evitaban que los grupos opositores corten rutas en las principales urbes.
En su discurso, Arce reivindicó su manejo de la economía con un crecimiento del 9,3% en el primer semestre del año, la recuperación de las reservas internacionales y la gestión de la pandemia con un 54% de habitantes ya vacunados al tiempo que sostuvo que las protestas buscan desestabilizarlo.
Para los expertos la pandemia precarizó el empleo y elevó la informalidad que domina un 70%. «Más de 4.000 pequeños talleres cerraron durante la pandemia, menos de la mitad han vuelto abrir. Los créditos ofrecidos por el gobierno sólo llegan al 15% de las microempresas», dijo el dirigente de los artesanos, Félix Huacho.
No obstante, el gobierno de Arce mantiene fuertes alianzas con sindicatos rurales y sociales que protagonizaron un desfile frente al palacio presidencial el lunes tras del mandatario.