Un barco humanitario alemán con más de 800 migrantes rescatados a bordo arribó el domingo a Sicilia tras recibir permiso de las autoridades italianas para atracar y después de varios días de espera en el mar.
La organización Sea-Eye informó que a su barco Sea-Eye 4 se le había asignado el sábado por la noche el puerto de Trapani, en el oeste de Sicilia.
Sea-Eye dio las gracias en un tuit a la Guardia Costera italiana tras obtener autorización para utilizar Trapani como puerto seguro.
La mayoría de los adultos debían ser trasladados a otros barcos para la cuarentena preventiva contra COVID-19, mientras que unos 160 menores, incluidos bebés y otros niños menores de 4 años, deberán ser trasladados a refugios en tierra.
Muchos de los pasajeros procedían de países de África occidental, Egipto o Marruecos, informó Giovanna di Benedetto, funcionaria de Save the Children en Italia.
Los gritos de alegría de los que estaban a bordo del Sea-Eye 4 se pudieron escuchar en el muelle de Trapani mientras el barco se acercaba, informó SkyTG24 TV.
Aproximadamente la mitad de los migrantes fueron rescatados de una barcaza de madera que se hundía el 4 de noviembre, mientras que los otros pasajeros fueron rescatados del mar en operaciones separadas.
Representantes de Sea-Eye lamentaron que Malta, una nación insular de la Unión Europea en el Mediterráneo central, no respondiera a la señal de socorro de la barcaza cuando se encontraba en la zona de búsqueda y rescate maltesa.
Mientras tanto, otro barco benéfico, el Ocean Viking, con 308 migrantes a bordo, aún esperaba la asignación de un puerto cerca de Lampedusa, una pequeña isla italiana al sur de Sicilia.
El Sea-Eye 4 recibió el sábado una entrega de alimentos y mantas mientras esperaba a saber dónde podrían desembarcar los migrantes.
Las mantas y la comida fueron proporcionadas por Mission Lifeline, una organización con sede en Dresde, Alemania, que dijo que más de 200 ciudades y pueblos alemanes habían expresado su disposición a recibir migrantes.
El número de personas que emprende la peligrosa travesía por el Mediterráneo central subió este año a más de 54.000. Aunque es una cifra mayor a la de los últimos años, sigue muy por debajo de los datos entre 2014 y 2017, cuando entre 120.000 y 180.000 personas llegaban a Italia por mar, a menudo en endebles embarcaciones de contrabandistas.