El presidente de China, Xi Jinping, pareció sentar las bases de un tercer mandato durante una reunión hoy del poderoso Partido Comunista en Beijing.
Xi, que también es secretario general del partido, presentó un borrador de resolución sobre los «grandes logros y experiencia histórica» del partido en la apertura de la sesión plenaria del Comité Central, que comenzó el lunes.
Los académicos señalan que el texto será la tercera gran declaración del partido en sus 100 años de historia, que reforzará la posición de Xi como igual del fundador de la República Popular China y su sucesor, Deng Xiaoping, que supervisó cruciales reformas económicas.
China eliminó el límite de mandatos de la presidencia en 2018, lo que podría mantener a Xi en el poder para el resto de su vida. Se esperaba que fuera reelegido como líder del partido en 2022 a través de un oscuro proceso en el congreso del partido, que se celebra cada cinco años.
La reunión de esta semana de unos 200 miembros del Comité Central concluía el jueves con la publicación del documento.
Xi ya ha dado su opinión a través de declaraciones públicas y no se espera que la declaración sobre historia del partido dé ninguna sorpresa, dijo Yang Yang, profesor de la Escuela de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad China de Ciencias Políticas y Derecho.
Básicamente, el documento resumirá el auge de China desde la dominación extranjera, su ascenso económico y su conversión en potencia mundial, dijo Yang.
«Destacará una nueva era para la gobernanza del Partido Comunista bajo el mando de Xi y sentará la base para que Xi quede a la altura de Mao y Deng y sentará la base para que Xi siga gobernando el próximo mandato», dijo Yang.
El partido ha publicado otras dos evaluaciones de su historia: en 1945, cuando trabajaba para arrebatar el poder a los nacionalistas de Chiang Kai-shek, algo que ocurriría cuatro años más tarde, y en 1981, cuando Deng hizo un análisis de la accidentada Revolución Cultural de Mao entre 1966 y 1976.
En ambos casos, el partido intentó reducir cismas y restaurar la unidad entre sus filas.
Una década después de llegar al poder, Xi no enfrenta rivales evidentes en el partido y se ha consolidado en el puesto a través de una economía estable, una asertiva política exterior, una importante actualización del Ejército y una campaña aún abierta contra la corrupción que ha condenado a funcionarios de alto nivel retirados y en activo.
Al mismo tiempo se ha producido una dura represión contra grupos religiosos y activistas de derechos humanos. Más de un millón de miembros de minorías musulmanes han sido objeto de detenciones masivas y adoctrinamiento político.
También se han recortado de forma drástica la libertad de expresión y la oposición en la semiautónoma ciudad de Hong Kong, y se han redoblado las amenazas militares contra la autogobernada Taiwán.
China dice que las medidas son necesarias para salvaguardar su estabilidad y soberanía nacional.