Víctor Ferrigno F.
Intitulo esta columna con la frase lapidaria con la que el Secretario General, António Guterres recibió, en Glasgow, a los representantes de casi 200 países asistentes a la vigésimo sexta Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (COP26), advirtiendo que «O paramos, o nos para. Es tiempo para decir ya es suficiente de brutalidad contra la biodiversidad, de matarnos con carbono, suficientes incendios, inundaciones, de derretimiento de los glaciares. Estamos cavando nuestra propia tumba».
Además, Guterres dijo a los líderes en la COP26, «basta ya» porque fallar contra el cambio climático es una «sentencia de muerte». De hecho, ha lamentado que los recientes anuncios y compromisos darían la impresión de que el mundo va en la buena dirección pero esto es «solo una ilusión», porque la suma de contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés), situarán el incremento global, en el mejor de los escenarios en 2.7º C. «Incluso si los compromisos son serios, hay dudas de que se puedan evitar las peores catástrofes», ha manifestado.
En el Acuerdo de París, adoptado en 2015, todos los países del orbe acordaron intensificar los esfuerzos para intentar limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles de la era preindustrial, e impulsar la financiación de la acción sobre el cambio climático (CC), comprometiéndose los países industriales a aportar U$ 100 mil millones de dólares anuales, compromiso que solo han honrado parcialmente.
Durante la COP26, entre otras cuestiones, los delegados tienen como objetivo finalizar las normas reglamentarias necesarias para aplicar el Acuerdo. Esta vez tendrán que acordar unos plazos comunes sobre la frecuencia de revisión y el seguimiento de sus compromisos climáticos.
En París se fijó la meta de limitar el calentamiento por debajo de los dos grados centígrados (idealmente 1,5º C), pero en Glasgow se tiene la última oportunidad para hacerlo realidad, ya que el tiempo se agota, pues los dos últimos años han sido los más calientes de la historia, registrándose grandes desastres climáticos, que han provocado cuantiosas destrucciones y migraciones masivas.
Según el Reino Unido, país anfitrión junto a Italia, son cuatro las cuestiones fundamentales a tratar durante la Conferencia: 1) Asegurar las cero emisiones en todo el mundo para mediados de siglo y mantener los 1,5 grados centígrados, consiguiendo la eliminación gradual del carbón, frenar la deforestación y acelerar el cambio hacia economías más ecológicas. 2) Adaptarse más para proteger a las comunidades y los hábitats naturales, restaurar los ecosistemas, así como construir sistemas de defensa y alerta, e infraestructuras resistentes. 3) Movilizar la financiación climática, hasta por U$ 100 mil millones anuales. 4) Trabajar juntos para conseguirlo, alcanzando acuerdos y fraguando alianzas inclusivas.
La ciudad escocesa de Glasgow acoge entre el 31 de octubre y el 12 de diciembre a las naciones participantes en la COP26. El 1 y 2 de noviembre se celebró la cumbre de Jefes de Estado, lográndose dos acuerdos importantes: unas 100 naciones y partes han firmado un compromiso global para reducir las emisiones de metano en un 30% de los niveles de 2020 para 2030. La gran promesa de la COP26 de poner fin a la deforestación para 2030, anunciada por más de 100 países este lunes, comenzó a tomar una forma más clara cuando varios gobiernos anunciaron compromisos concretos, para los próximos 5 años: la UE ha prometido U$ 1,100 millones; el Reino Unido dijo que comprometería U$ 2,000 millones; y EE.UU. aportará U$ 9 mil millones, para ayudar a proteger los bosques del mundo.
António Guterres concluyo su alocución inaugural planteando a los dirigentes del mundo: «Les pido más ambición, más solidaridad y salvaguardar el futuro de la humanidad».