Es motivo de burla en las redes sociales el hecho de que la Fiscal General nunca da declaraciones que no lee, lo cual se podría pensar que es para ajustarse a un libreto previamente establecido y no cometer errores. Sin embargo, resulta que cuando tiene una metidota de pata como la que tuvo cuando dijo que la sanción era sólo del Departamento de Estado y no del gobierno de los Estados Unidos, acusa a la prensa de sacar de contexto sus declaraciones, no obstante que uno repasa una y diez veces lo que ella dijo y es exactamente lo que fue citado por la prensa y lo que dio lugar a los muchos mensajes de burla en contra de Consuelo Porras.
Creo yo que si ella no lo piensa así, debe reclamar al baboso que escribió las declaraciones que ella dio sobre el tema, aunque parece insólito que ella no las haya leído previamente antes de proceder a dar la entrevista en la que pomposamente sostuvo esa dicotomía entre el Departamento de Estado y el gobierno de los Estados Unidos que dirige Joe Biden. Pero como todo cabe en lo posible, puede ser que si ella no se tome la molestia de revisar lo que le dicen que diga, y entonces tendría que reclamarle no a la prensa que simplemente reprodujo sus palabras, sino al que se las puso en la boca.
Lo que ocurre es que todos terminamos siendo responsables por lo que decimos o escribimos. Si uno dice una mulada no puede culpar al receptor de tergiversar los hechos y decir que se sacó el punto de contexto cuando el mismo era clarísimo. Claro está que es mucho más difícil decir “perdón, me equivoqué” y más fácil decir que uno no dijo lo que dijo. Pero eso habla mucho de la calidad de las personas y de su real entereza.
Todos estamos expuestos a cometer errores y es una realidad que mientras más habla uno más probabilidades tiene de meter la pata. Por eso aquel viejo dicho de que el tonto callado pasa por listo, mientras que el chispudo que habla y habla, más de una vez queda en papel de tonto si dice una barrabasada y trata de justificarse con explicaciones aún más babosas que la original, la que dio lugar a todos los comentarios.
No tengo la menor idea de quién sea el encargado o la encargada de preparar las palabras que tiene que ir leyendo en cualquier entrevista la Fiscal General, pero se ve que ella se aferra al libreto a toda costa. Y está bien que un funcionario actúe de esa manera si no se siente lo suficientemente capaz y competente para improvisar. Pero lo que si está fuera de lugar es que cuando hay un grueso error conceptual, como el que salió a relucir en esa entrevista que hace historia, se quiera culpar a los medios de descontextualizar las palabras. Si ella lo que pretendía era decir que todavía hay alguna agencia norteamericana que ayuda al MP es otra cosa, aunque la misma AID ha fijado postura, no digamos los mensajes no verbales hasta de la vicepresidenta Harris, quien no se quiso reunir con nadie que no sepa decir “¿cómo se llama?”.