Rusia batió hoy un nuevo récord de decesos por COVID-19 mientras el rápido aumento de los contagios aumentó la presión sobre el Sistema de Salud del país.
El grupo de trabajo gubernamental reportó 1,015 muertes por COVID-19 en las últimas 24 horas, su peor dato desde el inicio de la pandemia. En total, el coronavirus se ha cobrado 225,325 vidas en el país, que es el más afectado en Europa. En el último día se confirmaron también 33,740 nuevas infecciones.
La mortalidad por el virus lleva semanas al alza y superó las 1,000 personas diarias por primera vez durante el fin de semana, ante la baja tasa de vacunación y las reticencias del gobierno a endurecer las restricciones.
Las autoridades han tratado de acelerar el ritmo de vacunación con loterías, bonos y otros incentivos, pero el escepticismo generalizado en torno al fármaco y las señales contradictorias de los funcionarios han obstaculizado los esfuerzos. El grupo de trabajo señaló el lunes que alrededor de 45 millones de rusos, el 32% de sus casi 146 millones de habitantes, han completado ya la pauta de vacunación.
El Kremlin descartó un confinamiento nacional como el impuesto al inicio de la pandemia, que supuso un fuerte revés para la economía y erosionó la popularidad del presidente, Vladimir Putin. A cambio, las autoridades regionales pueden decretar medidas en función de la situación sobre el terreno.
Muchas de las 85 regiones en que se divide la vasta nación ya limitaron la asistencia a eventos públicos multitudinarios, así como el aforo de teatros y restaurantes, entre otros.
San Petersburgo, la segunda ciudad más grande del país, se unió a otras el lunes al limitar la entrada a conferencias y eventos deportivos, a partir del 1 de noviembre a quienes presenten pruebas de haberse vacunado o pasado la enfermedad recientemente. Después del 15, esos códigos digitales se exigirán también en cines, teatros, museos y gimnasios. Desde el 1 de diciembre serán obligatorios en restaurantes, cafeterías y en algunas tiendas.