En una relación tan compleja como la existente entre Estados Unidos y China, el mero anuncio de que un diálogo resultó productivo es considerado un avance.
Nueve meses después de iniciada la presidencia de Joe Biden, los dos bandos parecen finalmente estar tratando de aliviar tensiones que datan de la presidencia de Donald Trump, si bien perduran fuertes desacuerdos en cuanto a comercio, Taiwán y otros temas.
Una reunión a puertas cerradas en Zúrich, entre el asesor de política internacional chino Yang Jiechi y el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca Jake Sullivan no estuvo acompañada de las típicas muestras de animosidad presentes en encuentros anteriores.
Tras el encuentro de seis horas, Estados Unidos informó sobre un acuerdo en principio para una cumbre entre Biden y el líder chino Xi Jinping, antes de fin de año. Los dos han hablado por teléfono dos veces desde que Biden asumió la presidencia en enero, pero nunca se han reunido formalmente.
Perduran, sin embargo, profundas discrepancias entre los países que son, desde muchos puntos de vista, los dos más poderosos del mundo y que se encuentran en medio de una fría rivalidad. Algunas discrepancias, en temas como seguridad, comercio y uso de tecnología, podrían resultar irreconciliables, pero encuentros productivos podrían manejarlas y evitar que afecten otras esferas como la cooperación mutua en la lucha contra el cambio climático.
«No creo que esto lo cambie todo ni que estemos en el umbral de una época dorada, pero quizás hemos tocado fondo, es decir hemos llegado a un nivel donde podemos bajar más», estimó Drew Thompson, ex funcionario de defensa de Estados Unidos que estuvo a cargo de relaciones militares con China, Taiwán y Mongolia.
Thompson, hoy en día profesor en la Universidad Nacional de Singapur, afirmó que el encuentro en Zúrich salió «espectacularmente bien» comparado con el de marzo en Alaska, también entre Sullivan y Yang, y otros similares en los últimos tres años.
Zhao Kejin, profesor de política internacional de la Universidad Tsinghua de Beijing, describió las gestiones actuales como un intento de mejorar relaciones, y conjeturó que un encuentro Xi-Biden podría coronar el proceso.
«Comparado con las tensas relaciones imperantes durante la administración Trump, la relación actual se dirige hacia una distensión», expresó Kejin.
«Ahora bien, cuán lejos llegará, habrá que ver», añadió.
Uno de los escollos fue resuelto hace dos semanas, cuando fiscales estadounidenses llegaron a un acuerdo con una ejecutiva china de una empresa de telecomunicaciones, poniendo fin a un dilatado proceso de extradición y permitiendo que ella salga de Canadá y regrese a China.
Poco después, dos canadienses retenidos por China durante más de dos años fueron liberados, y dos estadounidenses que no podían salir de China recibieron permiso de regresar a su país.
Días atrás, la prensa estatal china destacó declaraciones de la representante comercial estadounidense, Katherine Tai, en cuanto a que anticipa tener conversaciones francas con sus contrapartes chinos para resolver la guerra de aranceles entre los dos países. El gobierno de Washington, sin embargo, no ha dicho si aceptará las demandas chinas de levantar las penalidades, que fueron impuestas bajo la administración de Donald Trump.
No hay indicios de distensión alguna en cuanto al equilibrio de poderes en el Pacífico, donde las ambiciones territoriales y estratégicas chinas se han topado con la resistencia de Estados Unidos y sus aliados militares.
China despachó un número sin precedente de aviones de guerra a los cielos de Taiwán la semana pasada, lo que Washington calificó de peligroso. Los sobrevuelos ocurren en momentos en que las fuerzas norteamericanas, acompañadas de fuerzas de otras cinco naciones, realizaron maniobras militares al noreste de Taiwán. China considera dichas maniobras una provocación.
Biden también está siendo presionado por activistas de derechos humanos y por republicanos para ser más firme ante China, en momentos en que su administración trata de lograr la cooperación china en el combate al cambio climático y en presionar al gobierno norcoreano para que cese sus actividades nucleares.
El senador republicano por Florida Marco Rubio, frecuente crítico del gobierno, tuiteó que Biden «está alucinando» si cree que puede lograr un acuerdo climático con China al restarle importancia a la «competencia entre potencias».
Residentes de Beijing se expresaron escépticos ante la posibilidad de una mejora en las relaciones pero, afirmaron, mejor tener un diálogo que no tenerlo. Acusaron que Estados Unidos es el culpable de los deteriorados vínculos, lo que se ajusta a la posición oficial.
«Yo no tengo una buena impresión de Estados Unidos», declaró He Taiqin. «Me parece un país agresivo y arrogante».