Los gobiernos deben destinar más dinero y recursos a preservar el bienestar mental de los niños y adolescentes, instó hoy la agencia de protección de la infancia de la ONU en un informe que hizo sonar las alarmas sobre los golpes a la salud mental a causa de la pandemia de COVID-19, en especial en los niños pobres y vulnerables.
La UNICEF afirma que su estudio sobre el «Estado Mundial de la Infancia» es el más completo que ha realizado en lo que va del siglo sobre la salud mental de los niños y adolescentes de todo el mundo.
La crisis del coronavirus, que obligó a cerrar escuelas y trastornó la vida de niños y adolescentes, ha puesto en primer plano la cuestión de su bienestar mental.
De acuerdo con UNICEF, pueden pasar años para medir por completo el impacto de la pandemia en la salud mental de los jóvenes. Los psiquiatras detectaron rápidamente signos de angustia, puesto que niños y adolescentes buscaban ayuda para pensamientos suicidas, ansiedad, trastornos alimentarios y otras dificultades a medida que los cierres y el cambio a la enseñanza a distancia les separaban de sus amigos y rutinas, y cuando el COVID-19 mataba a padres y abuelos.
«Debido a los confinamientos nacionales y a las restricciones de movimiento relacionadas con la pandemia, los niños han perdido un tiempo valioso de sus vidas lejos de la familia, los amigos, las aulas y los lugares de recreo, que son muy importantes durante la infancia», dijo la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore.
«Las consecuencias de la pandemia tienen un gran alcance, pero son sólo la punta del iceberg», dijo Fore. «Incluso antes de la pandemia ya había demasiados niños abrumados por el peso de una serie de problemas de salud mental a los que no se les había prestado atención. Los gobiernos están invirtiendo muy poco para atender estas necesidades esenciales.»
Los psiquiatras pediátricos afirman que ya estaban escasos de recursos antes de que la pandemia provocara un aumento en el número de casos. Los gastos en la promoción y protección de la salud mental «son extremadamente bajos» y, sin embargo, las necesidades son apremiantes, según UNICEF.
Aunque los niños y adolescentes han tenido menos probabilidades de morir a causa del COVID-19 que las personas mayores y más vulnerables, la UNICEF advirtió que la pandemia ha enturbiado su futuro a largo plazo y «ha trastornado sus vidas, y ha generado verdadera preocupación por su salud mental y su bienestar».
«Pesará sobre las aspiraciones y los ingresos a lo largo de la vida de una generación cuya educación se ha visto interrumpida», dijo. «El riesgo es que las repercusiones de esta pandemia mermen la felicidad y el bienestar de los niños, adolescentes y cuidadores durante años».