Mientras las inundaciones persistían en zonas del norte y el centro de Tailandia y empezaban a afectar a áreas bajas en la capital, las autoridades vigilaban con recelo hoy la posibilidad de nuevas tormentas este mes, aunque eran optimistas sobre que la devastación de hace una década no se repetiría.
El Departamento Real de Regadío se vio obligado esta semana a empezar a liberar agua de la Represa de Pasak Jolasid después de que alcanzara su máximo de capacidad, y arrojó más agua sobre un importante afluente del Río Chao Phraya, que pasa por Bangkok antes de llegar al mar.
Los expertos no veían por el momento riesgo de que se reprodujeran las inundaciones generalizadas en Bangkok de 2011, aunque el agua liberada y las mareas altas de final de semana seguirían afectando a las zonas ribereñas más propensas a anegarse.
«Lo que esperamos es que si no tenemos más aguaceros en la próxima semana, deberíamos estar a salvo», dijo Nattapon Nattasomboon, director general del Departamento tailandés de Meteorología.
Ocho personas murieron y una estaba desaparecida por las crecidas provocadas por la tormenta tropical Dianmu y las lluvias estacionales del monzón a finales del mes pasado. Casi 287.000 personas se han visto afectadas por las inundaciones en 32 de las 77 provincias del país. La situación ha mejorado en 14 de esas provincias en los últimos días, según el Departamento de Prevención y Alivio de Desastres.
Los meteorólogos vigilaban dos tormentas en desarrollo, una que se espera golpee el norte de Vietnam durante el fin de semana y otra que parecía formarse en Filipinas pero cuyo rumbo aún se desconocía, dijo Nattapon.
«Las tormentas llegan bastante tarde este año», dijo. «Y aún hay más tormentas por venir, pero (…) con la próxima tormenta no esperamos muchas lluvias fuertes aquí».
Tailandia se vio golpeada en 2011 por cinco fuertes tormentas que se sumaron a las lluvias del monzón para provocar una prolongada inundación que se cobró cientos de vidas y causó daños valorados en miles de millones de dólares.