Ingenieros de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) han ideado un método nuevo y revolucionario para combatir la polución plástica aprovechando el funcionamiento interno de las proteínas.
Se trata de una forma completamente nueva de ver el reciclaje de plástico, según publican en la revista ‘Advanced Materials’.
Cada ser humano utiliza, de media, 30 kilos de plástico al año. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida mundial es actualmente de unos 70 años, cada persona desechará unas dos toneladas métricas de plástico a lo largo de su vida. Si se multiplica esta cifra por el número de habitantes de la Tierra -que crece constantemente-, el total es asombroso.
Ante esto, Francesco Stellacci, profesor titular y director del Laboratorio de Nanomateriales e Interfaces Supramoleculares de la Escuela de Ingeniería de la EPFL, empezó a pensar si había una forma de resolver el problema de los plásticos usados y reciclarlos con mayor eficacia. Stellacci estableció una colaboración con el profesor Sebastian J. Maerkl en el Instituto de Bioingeniería de la EPFL y decidieron co-asesorar a un estudiante de doctorado, Simone Giaveri.
Tras revisar las opciones de reciclaje de plásticos existentes, los ingenieros decidieron idear un enfoque completamente nuevo. «Cuando utilizamos plásticos biodegradables, el proceso de degradación deja residuos que deben ser almacenados o enterrados. Cuanto más terreno se destine a esto, menos tierra disponible para la agricultura, y hay que tener en cuenta las consecuencias medioambientales, ya que el producto de la biodegradación cambia necesariamente el ecosistema de la zona», dice Stellacci en un comunicado.
Los investigadores señalan que la solución integral al problema del reciclaje de plásticos podría proceder de de la propia naturaleza. Las proteínas son uno de los principales compuestos orgánicos de los que está hecho nuestro mundo. Al igual que el ADN, forman parte de la familia de los polímeros; las proteínas son largas cadenas de moléculas, o monómeros, conocidas como aminoácidos.
En su laboratorio, intentó inicialmente replicar este ciclo natural, fuera de los organismos vivos. «Seleccionamos proteínas y las dividimos en aminoácidos. A continuación, pusimos los aminoácidos en un sistema biológico sin células, que volvió a ensamblar los aminoácidos en nuevas proteínas con estructuras y aplicaciones totalmente diferentes», explica.
Por ejemplo, Giaveri y Stellacci lograron transformar la seda en una proteína utilizada en tecnología biomédica. «Lo más importante es que cuando se descomponen y ensamblan proteínas de este modo, la calidad de las proteínas producidas es exactamente la misma que la de una proteína recién sintetizada. De hecho, se está construyendo algo nuevo», afirma Stellacci.
Como ambos compuestos son polímeros, los mecanismos que se dan de forma natural en las proteínas podrían aplicarse también a los plásticos. Aunque esta analogía puede parecer prometedora, Stellacci advierte que el desarrollo de estos métodos no se producirá de la noche a la mañana.
Sin embargo, también señala que este nuevo enfoque del reciclaje de plásticos parece ser el único que se adhiere realmente al postulado de una economía circular. «En el futuro, la sostenibilidad implicará llevar el reciclaje creativo al extremo, tirar un montón de objetos diferentes juntos y reciclar la mezcla para producir cada día un nuevo material diferente. La naturaleza ya lo hace», concluye.