Mañana se cumple el Bicentenario del día en que se realizó el Primer Pacto entre las poderosas élites políticas, empresariales y religiosas, declarando romper con el Reino de España, lo que según reza el Acta de la Independencia, debía hacerse rápidamente “PARA PREVENIR LAS CONSECUENCIAS QUE SERÍAN TEMIBLES EN EL CASO DE QUE LA PROCLAMASE DE HECHO EL MISMO PUEBLO”. Más claro no podía haber quedado el motivo del acto en el que se dieron cita el sábado 15 de Septiembre de 1821 bajo la presidencia del traidor Gabino Gaínza, quienes suscribieron ese vergonzoso documento que deja plasmado que el interés y la urgencia era para impedir que el pueblo pudiera ser el soberano.
No debe extrañar, por tanto, que tres meses y medio después ese mismo grupito decidiera la anexión a México que se tradujo en la posterior pérdida de territorio que nuestros vecinos se terminaron apropiando, luego de que los mal llamados “próceres” les sirvieran la oportunidad en bandeja de plata.
Reza la expresión popular que árbol que nace torcido jamás se endereza y lo hemos visto a lo largo de 200 años en los que, de una u otra manera, se realizan pactos a espaldas del pueblo para mantener los privilegios para las mismas élites que establecieron el modelo en esa mal llamada fecha de Independencia. Hoy en vísperas de celebrar el segundo centenario del Primer Pacto realizado entre los poderosos para repartirse ese pastel que se llama Guatemala, del que ni siquiera las migajas han dejado para que puedan ser aprovechadas por ese mismo pueblo al que tanto miedo le tuvieron en 1821.
Basta leer el Acta de Independencia para entender la burda jugada. Esa frase, tan cínica, es suficiente para que todos entendamos qué se perseguía. Eran tan arrogantes y prepotentes que no les importó a todos los “cerebros” que suscribieron el acta que se dijera claramente que era una forma de adelantarse para que la Independencia fuera “su independencia” y no la de ese pueblo que ya la reclamaba, como lo hizo Atanasio Tzul con su alarmante levantamiento un año antes, en julio de 1820.
Por años se ocultó esa realidad y la historia oficial reputó como próceres a los miembros del Primer Pacto y la gente ni siquiera leía el Acta de la Independencia. Pero al leerla todo queda claro y se sabe lo que pasó y por qué pasó, siendo indispensable que se entienda que nuestra Independencia nos fue robada, como ahora nos roban los herederos del Pacto, y que es momento de refundar la República.