En la era previa a la pandemia de COVID-19, los eventos de negocios –desde conferencias académicas pequeñas a convenciones comerciales gigantescos como la Feria Internacional de Electrónica de Consumo (CES, por sus siglas en inglés)– solían atraer a más de 1,000 millones de participantes cada año. La pandemia frenó repentinamente todas esas reuniones globales, vaciando centros de convenciones y cerrando hoteles.
Más de un año después, los encuentros en persona se están recuperando. A finales de agosto, 30,000 personas con mascarillas se reunieron en Las Vegas para la ASD Market Week, una feria de mercancía para mayoristas. En Chicago, la Black Women’s Expo tuvo recientemente el evento más grande de su historia, con 432 vendedores y miles de asistentes con cubrebocas.
Aun así, podrían pasar años —si es que se logra— antes que las conferencias atraigan a las multitudes que recibían antes de la pandemia. Muchos países y negocios aún mantienen restricciones de vuelo, lo que afecta la asistencia a eventos importantes como la Feria Comercial Cantonesa en China, que requirió que 26.000 vendedores ofrecieran sus mercancías de manera virtual en abril.
Las preocupaciones sobre la salud también persisten. Las diversas industrias intentan evitar otro golpe como el asestado por la conferencia de liderazgo Biogen, un evento realizado en febrero de 2020 en Boston que posteriormente fue relacionado con 300,000 contagios de COVID-19.
El Salón del Automóvil de Nueva York, que regularmente atrae a más de un millón de personas, fue cancelado dos semanas antes de su fecha de inicio en agosto debido a preocupaciones respecto a la variante delta. Un evento comercial de maquinaria para la construcción en Beijing, al que normalmente acuden 150,000 visitantes, ha sido aplazado dos meses, hasta noviembre.
De acuerdo con los expertos, una de las lecciones importantes de 2020 es que mucho de lo que sucede en las conferencias y eventos comerciales puede hacerse de manera virtual, lo que reduce la necesidad de convenciones grandes en persona.
Jaiprit Virdi, una asistente de profesor de la Universidad de Delaware, informó que el traslado de los eventos a un formato en línea los hace más accesibles para las personas con discapacidades y aquellos que no pueden viajar. Virdi, que es sorda, se dijo aliviada por el hecho de que las conferencias en persona exigen el uso de mascarillas entre los asistentes por cuestiones de seguridad. Sin embargo, el cubrebocas genera barreras importantes para ella, pues se apoya en la lectura de labios para poder conversar.
Paddy Cosgrave, director general de Web Summit, una conferencia anual de tecnología dirigida a empresas emergentes, dijo que el evento exclusivamente virtual del año pasado fue menos costoso –la gente pagó sólo 100 dólares por asistir, en comparación de los 700 dólares que costaba antes– y atrajo a más participantes de países en vías de desarrollo, pero dijo que los asistentes también sintieron que faltó algo.
Este año, Web Summit espera alrededor de 40,000 asistentes cuando se realice en Lisboa, Portugal, en noviembre. Para acudir se deberá contar con prueba de alguna vacuna o una prueba negativa de COVID-19, pero el uso de mascarillas será opcional.
Mucho está en juego con el regreso de las reuniones presenciales. Antes de la pandemia, las conferencias y los eventos comerciales generaban más de un billón de dólares en gastos directos y recibían a cerca de 1,500 millones de personas anualmente en todo el mundo, según el Consejo de la Industria de los Eventos, un grupo comercial.
El grupo aún no ha calculado el impacto del virus en todo el mundo, pero la organización Center for Exhibition Industry Research (CEIR), la cual estudia el impacto económico de los eventos comerciales entre empresas en Estados Unidos, señaló que se esperaba que tan solo tales eventos generaran 105,000 millones de dólares en gastos directos e indirectos en 2020. En vez de eso, la cifra se desplomó a 24,000 millones de dólares. El CEIR no espera que esa rama de la economía crezca antes de 2023.
McCormick Place, un centro de convenciones de Chicago y el más grande de Estados Unidos, despidió al 90% de sus 2,800 trabajadores el año pasado luego de la cancelación de 234 eventos, dijo Larita Clark, la directora general de la corporación Metropolitan Pier and Exposition Authority. Uno de los dos hoteles del complejo, el Marriott Marquis Chicago, fue cerrado temporalmente. El otro, el Hyatt Regency Chicago, vio la ocupación caer hasta apenas el 10%.
Las pérdidas económicas se extendieron más allá de los complejos de exhibición. Fern, una compañía de Cincinnati de 112 años de existencia, construye exhibidores y otra infraestructura para unos 1,400 eventos en un año normal, pero durante la mayor parte del año pasado y el inicio de este, sus ingresos cayeron hasta más de 90%, afirmó Aaron Bludworth, presidente y director general de Fern.
«Esto fue mucho más brutal que lo que yo había experimentado en mi carrera», dijo Bludworth.
Bludworth no espera que su negocio se recupere por completo antes de 2023, pero se dice sorprendido por la demanda que ve para otoño, cuando su compañía montará cientos de eventos. Si bien han recibido algunas solicitudes para ayuda con presentaciones virtuales, el ejecutivo aseguró que la demanda para eventos en persona es más fuerte.