Miles de manifestantes comenzaron a llegar hoy a la plaza central de la capital de Brasil para las celebraciones del Día de la Independencia y apoyar al asediado presidente Jair Bolsonaro, Bolsonaro.
La participación masiva en mítines programados en todo el país reforzaría el objetivo del líder de derecha de demostrar que es un fuerte candidato a la reelección –a pesar de su caída en los sondeos de popularidad– y recuperar impulso tras una serie de contratiempos.
El presidente también busca apoyo en su disputa con el Supremo Tribunal Federal de Brasil, que ha estado investigando a sus aliados por organizar supuestamente actos antidemocráticos y difundir información falsa.
Sin embargo, las manifestaciones conllevan el riesgo de violencia que podría percibirse como resultado de la influencia del presidente. Los críticos temen que Bolsonaro pueda estar preparando una versión tropical de los disturbios del 6 de enero en Washington, donde partidarios del entonces presidente Donald Trump irrumpieron violentamente en la sede del Congreso estadounidense, alegando que le robaron la victoria en las elecciones. Bolsonaro ya ha dicho que podría rechazar los resultados de las elecciones de 2022 en caso de que pierda.
Miles de personas han llegado en convoyes de camiones y autobuses a Sao Paulo y la capital, Brasilia, donde se espera que Bolsonaro hable en las dos manifestaciones más grandes.
El ambiente del lunes en los campamentos de Brasilia era de expectativa, entre botellas de cerveza y parrillas para asar, pero la renuencia general a hablar con los periodistas reflejaba la tensión subyacente.
El lunes por la noche, los simpatizantes cruzaron las líneas policiales establecidas para bloquear vehículos y detener el acceso peatonal temprano al centro comercial de la capital. Videos en redes sociales mostraron camiones avanzando mientras tocaban sus bocinas y cientos de personas vestidas con los colores nacionales verde y amarillo caminaban a su lado y vitoreaban.
Por la mañana, decenas de camiones tocando sus bocinas estaban estacionados en la zona, donde se suponía que sólo se permitiría acceso a los peatones. Regina Pontes, de 53 años, subió a un camión que avanzaba hacia las barreras policiales que impedían el acceso al Congreso y la Corte Suprema.
«Sólo queremos estar en nuestra casa. No se puede cerrar la puerta y dejar fuera al dueño», dijo a The Associated Press.
Opinó que Bolsonaro debería destituir a todos los magistrados del Supremo Tribunal y ser reemplazados por servidores públicos de carrera.
A pedido del tribunal, se reforzó la seguridad alrededor del edificio la madrugada del martes, informó la oficina de prensa de uno de sus jueces, Luiz Fux.
El gobierno de Bolsonaro se ha visto acosado por crisis que, según sus críticos, fueron al menos algo autoinfligidas. Los 580,000 muertos por coronavirus en el país es la segunda cifra más alto del mundo y la octava más alta per cápita. Una investigación del Congreso sobre la respuesta del gobierno a la pandemia ha generado denuncias de irregularidades.