Walter Juárez Estrada
La declaración que dio a un diario norteamericano y al Departamento de Estado de los Estados Unidos, el exjefe de la FECI Juan Francisco Sandoval Alfaro, no es una novela de ficción, al imputar al presidente Alejandro Giammattei, haber recibido en su casa de la zona 15, una alfombra, disfrazada con dinero en dólares, que le entregaron los rusos según testimonio de un testigo presencial, que motivó su destitución el 23 de julio anterior, por órdenes expresas del mandatario que cumplió la fiscal general María Consuelo Porras, que apaña las mafiosidades de quien en su campaña por la presidencia, aseguró que combatiría la corrupción.
La remoción ilegal de Sandoval tiene raíces muy profundas. El denefestrado funcionario fue en su gestión, una herencia de lo que fue la desaparecida CICIG. Porras violando la Constitución y la Ley Orgánica del Ministerio Público. Al destituir al eficiente fiscal, cuando se aprestaba a abrir la investigación contra el jefe del ejecutivo, que “no ha dado la cara”. Cuando se encendieron las alarmas de la declaración en los EE. UU. una simple declaración de prensa de la presidencia, sin mayores argumentos que la denuncia del exfiscal, no tenía sustentación lo que deviene de no ser certera, porque Sandoval entrego fotocopias del testigo que estuvo presente en la entrega de los millones en dólares que los rusos entregaron al presidente.
Aquí se asienta una frase “chapina”. El que calla otorga. Giammattei antes que Sandoval fuera removido, lo acusa de parcial y actuar con sesgo político, lo que es falso. El ex funcionario del MP conocedor de la ley no podía mentir y las pruebas son contestes e irrefutables. Si Giammattei se considera libre de pecado debe instruir a su “amiga” para que saber toda la verdad. Pero se conoce que la Fiscal Porras escamoteó el expediente donde aparece el testimonio del testigo. Es cuestionable que haya ordenado un cateo en la oficina que manejaba Sandoval, para secuestrar las pruebas y hacerlas desaparecer.
El pueblo no puede permitir que la corrupción siga desgastando los organismos del Estado y que ha sido una constante desde la liberación (1954) y no es cierto que en la supuesta “era democrática” todo iba a cambiar. Hasta ahora el Departamento de Estado estadounidense, no se ha pronunciado. Nada raro sería que Giammattei, de ser cierta la denuncia de Sandoval, se adhiera a la lista negra de los guatemaltecos que tienen tacha para ingresar a los Estados Unidos y se le impute por “lavado de dinero” y pedir su extradición, si es que la justicia es ciega.
Hasta ahora se mantiene en un impase la renuncia de Giammattei y de Porras, que se ha plegado a la corrupción con el interés que se le reelija, lo que no se debe permitir. En 2015 los guatemaltecos lograron la salida de los corruptos Pérez Molina y Baldetti y sus cómplices gracias al trabajo del ex comisionado Velásquez y la ex fiscal Aldana. Sandoval ha continuado con su interés que los actos de corrupción no queden impunes y las pruebas que dejó plasmadas en los EE. UU. hablan por sí solas… tarde o temprano el brazo de la justicia se hará presente.