Juan Antonio Mazariegos G
Mucho se ha dicho en los últimos días, al respecto del reportaje que publicó el New York Times, el cual fuera posteriormente ampliado con fotografías por el matutino elPeriódico, sobre la supuesta mordida que fuera llevada a la casa de habitación del Presidente de la República, envuelta en una alfombra, enviada por un supuesto grupo ruso que pretende los favores presidenciales, para hacerse con un espació dentro del recinto portuario que maneja la Empresa Portuaria Nacional (Empornac), con el propósito de montar allí una operación donde puedan recopilar y almacenar básicamente tierra, extraída de canteras cercanas, para llevarse esa misma tierra fuera del territorio nacional y extraer posteriormente de ella, el níquel, en un proceso que tienen montado en su país.
Tanto “supuesto”, podría atribuirse, de manera sencilla, a una imaginativa o desestabilizadora mente, si no supiéramos, lamentablemente, que en Guatemala, siempre la realidad supera a la ficción. Ejemplos del pasado reciente, como los recordados casos del “agüita mágica”, el “Libramiento de Chimaltenango” o las “vacunas rusas” no hacen más que contribuir al escepticismo de la población y a generar esa carga de desconfianza que acompaña el actuar, de gobierno tras gobierno que no ayudan a corregir su propia imagen, cuando olvidan el cumplir simplemente con sus obligaciones básicas.
Al nada más llegar el Gobierno de Giammattei a la Presidencia, fue famosa la oferta que lanzó a nuestros hermanos salvadoreños para que a cambio de un arrendamiento o usufructo, pudieran disfrutar de una salida al océano Atlántico, mediante un puerto de carga de ese país, con el consecuente beneficio para Guatemala de obtener a cambio inversión de nuestro vecino en la construcción de infraestructura para dicho puerto, e incrementar la oferta de contratación laboral que tanto se necesita en nuestro país. Hoy, una vez la idea como de costumbre se evaporó, ese mismo espació de tierra, según informaciones de prensa, pretende ser arrendado a los rusos, a un mínimo costo, sin pedir a cambio que ese arrendamiento barato se compensará con la construcción de una planta procesadora que permita aquí en el país, procesar el mineral que pretende exportarse y la consecuente creación de contratos de trabajo para nuestros compatriotas.
No tengo conocimiento del precio internacional del níquel, ignoro de igual manera, si la tierra que sacarán los rusos de Guatemala solo contiene ese mineral o buscan transportar algo más. Lo que si es un hecho y se basa en simple sentido común, es que con los precios internacionales actuales para el transporte de mercaderías marítimo, lo que transportarán los rusos debe ser tremendamente valioso para que se justifique estar llevando el material en bruto hasta Rusia, con el propósito de que en ese país sea procesado y extraído el mineral.
El Gobierno está en la obligación de velar por los intereses de todos los guatemaltecos, no es un favor. En este caso, esa obligación pasa inequívocamente por buscar las mejores condiciones para que cualquier inversión sea beneficiosa para el país y velar por que se resguarden los recursos del mismo, los cuales al parecer, otros están tratando de llevarse por debajo de la alfombra.