Landro Rodas es un joven guatemalteco de 21 años que actualmente reside en Miami, Estados Unidos. Él llegó al país norteamericano en 2018 buscando desarrollarse en el baile, no obstante, poco a poco se interesó en expandir su desarrollo artístico en otras ramas. Aunque el joven entre ratos extraña su hogar en Guatemala sabía que sí quería triunfar debía migrar y cumplir sus promesas en otro lugar, pese a los desafíos que eso implicara.
En la actualidad, Landro es considerado como el primer guatemalteco en bailar para un equipo de la NBA y pese a los desafíos que trajo la pandemia en el 2020, el guatemalteco logró seguir bailando y generando ingresos a través de ello. Ahora, aspira seguir creciendo y continúa soñando con llegar lejos.
Durante el año en el que el mundo enfrentó la pandemia del Covid-19 y justo cuando Landro bailaba para los Spurs se anunció el cierre de actividades en Estados Unidos. “Yo estaba literal en la cancha ese 13 de marzo cuando nos dijeron que la NBA se suspendió. Se sintió un escalofrío, como ese frío cuando te pasa un motorista a la par y sentís que te va a asaltar, pues así. Unos empezaron a llorar porque era un sueño llegar a la NBA e imagínate que la pandemia te lo arruine”, contó Landro.
Sin embargo, Landro mantuvo su empleo gracias a la virtualidad, él era uno de los animadores a distancia; su reacción y ánimo en los partidos era transmitido en el estadio con pantallas led. “Era una cosa bien extraña porque mi cara estaba allí en las pantallas. Pero sí gracias a eso pude mantener un trabajo en pandemia”, dijo.
LA MENTE OCUPADA EN EL BAILE
Si bien la partida hacia Estados Unidos fue impulsada por su sueño como bailarín, el joven admitió que también fue un soporte cuando extrañaba a Guatemala. “Obviamente es difícil migrar. Yo se lo digo a mis amigos porque ellos solo ven lo bonito y es normal, ¿verdad?, pero no se imaginan lo que de verdad conlleva irse y a pesar de eso todavía te digo que el día de hoy todavía lo extraño, a veces me siento triste porque no hace mucho me fui del país, no llevo ni cinco años. Pero el baile me mantenía con la mente ocupada”, relató.
Fueron siete meses de entreno y audiciones, mientras el guatemalteco se sostenía con su empleo en un restaurante, sacando la basura, limpiando mesas y hasta después friendo pollo. “Una de las desventajas era que siempre olía mal por la basura –dijo entre risas– pero bueno, se aguanta. Luego terminé en la cocina, freía el pollo y limpiaba trastes –aunque recordó que lavar las ollas era lo más tedioso–. Ya luego llegué a los Spurs que obviamente es un trabajo pagado”, contó.
Cuando llegó a Texas vio a los Spurs y pensó: “yo voy a estar allí”. Esa fue la promesa que le hizo a su mamá: “mira, mami, te prometo que yo voy a estar allí, yo sé que voy a estar allí”. Finalmente, transcurrido los siente meses audicionó y obtuvo un lugar en el equipo de baile entre 2019 y 2020.
CONTINUÓ SU PREPARACIÓN ACADÉMICA
Además, en su estadía en EE.UU. obtuvo un título universitario en Ciencias de la Comunicación. “Terminé hace dos semanas mi título de universidad. Lo hice más que todo para decirle a mi mamá que allí estaba el título y porque me dieron beca. La beca me ayudó mucho y sin eso no hubiera sacado mi título”, distinguió. Entre otras actividades produjo videos musicales para artistas.
“Yo ya tenía planeado irme de Guate porque sabía que no iba a lograr mucho porque yo he visto mucho a otros bailarines a los que respeto y es difícil. Por eso dije ‘no, yo me tengo que ir de acá’”, dijo Landro en una entrevista vía zoom. Además, reconoció que como su caso existen más guatemaltecos sobresalientes, cuyo talento probablemente nunca será conocido en el país.
CÓMO EL NO SABER INGLÉS FUE SU PASE A LA NBA
Al convertirse en el primer guatemalteco bailarín para la NBA Landro comprobó que el baile es un lenguaje universal, pues llegó a este puesto sin saber completamente inglés. “Aunque sea bien cliché, el baile es un lenguaje universal. No puede importar donde tú estés, el baile se va a entender, aunque la gente no hable lo que tú hables”.
De hecho, entre sus momentos más anecdóticos recordó que el no saber inglés fue su pase directo para cautivar a los ejecutivos de la NBA. En la ronda de preguntas les preguntaron a los cinco aspirantes qué harían si un fanático les preguntara algo controversial sobre un jugador, anteriormente Landro escuchó y repitió las respuestas de sus compañeros, pero en esta pregunta en particular pensó “¿qué diría Landro en realidad?”, por lo cual respondió que le diría: “sorry, I don’t speak english”.
La respuesta fue genuina pero real, más los ejecutivos y demás bailarines soltaron carcajadas por su simpatía; allí supo que destacó. “Todos empezaron a reír ¡y lo más chistoso es que lo decía en serio! Pero cuando vi que todos se rieron yo también me reí —recordó entre carcajadas—. Esa pregunta fue una de las partes claves para mí a pesar de que no sabía inglés”. Un mes después se oficializó su entrada a la NBA.
SIEMPRE EN MOVIMIENTO
Landro contó que desde pequeño se desarrolló en espacios distintos al resto de su familia. Mientras su familia creció en Coatepeque y Xela en Quetzaltenango, él fue el primero en su familia en nacer y crecer en la Ciudad Capital de Guatemala. Creció en las zonas 2 y 5, pasando por los escenarios de los colegios hasta competencias de interaulas.
De niño participaba en actos cívicos como mimo, baterista, pianista y siempre al frente en lo que más le gustaba: el baile. “Decía siempre ‘¡yo, miss! Póngame a mí’”, contó. En su juventud participó en competiciones siempre en el ámbito musical. “Hacía beatbox y en el colegio me conocían por eso porque era el único que lo hacía”, dijo; fue hasta el 2015 que descubrió el baile como un espacio de competencia y desarrollo profesional.
En los últimos años del bachillerato Landro compitió en premios interaulas con otros colegios, poco después se integró a producciones de teatro musical como El chico del apartamento 512. Su experiencia como bailarín en el escenario despertó su idea de realmente vivir del arte; entró unos meses a la universidad en la carrera de Ciencias de la Comunicación, pero al poco tiempo decidió migrar y convertirse en un bailarín reconocido. “Pasé un año, bueno no, ¡menos! Porque luego me vine a Estados Unidos”, describió.
UN SACRIFICIO A CAMBIO DE CUMPLIR EL SUEÑO
Landro recordó su llegada a Estados Unidos como una gran historia, donde logró avanzar en su carrera, pero también conoció la perspectiva de la migración y el sacrificio que ello implica. “En el caso de la migración piensan que va a ser igual para todos; cada caso es muy diferente, como el de Luis Grijalva que es totalmente diferente al mío. Llegué en la administración de Trump -2018-, en esa quizá había regulaciones que afectaban a migrantes. Ahora estamos con Biden, demócratas, y ya hay otra visión de la migración”, explicó.
Él llegó a San Antonio Texas como turista. “Ya aquí empecé a ordenar los papeles como otros guatemaltecos que lo han logrado y es de mucha paciencia. Esos procesos son lentos y de un día para otro puede cambiar; estás en el aire y lo único que podés hacer es esperar”. Luego de ese proceso Landro obtuvo la residencia, por lo cual se siente afortunado; su próximo paso es obtener la “naturalización” y ser un ciudadano estadounidense.
“Fueron muchos sacrificios, así como migrar básicamente y también el estar constante, no desmotivarse. Tuve quizá un duelo cuando me fui, no sé si llamarlo depresión y realmente nunca había experimentado algo así en mi vida, nunca había experimentado un problema mental y wow, mi perspectiva sobre eso cambió totalmente y la gente nunca lo va a entender hasta pasar por algo así”, distinguió el bailarín.
EN EE. UU. EL BAILE ES UN TRABAJO DIGNO
Una de las diferencias que Landro notó en Estados Unidos es que el baile es reconocido como un trabajo formal, contrario a Guatemala. “Bailarín es bailarín, aunque des clases de zumba sigue siendo un trabajo que no todos se animan. Aquí es un trabajo formal. Incluso me parecía curioso porque muchos amigos de Guate pensaban que no me pagaban me decían ‘ala, ¡qué bonito! Yo también haría eso’ y yo les decía que era un trabajo y que me pagaban”, refirió el artista.
“Como bailarín muchas veces bailé de gratis y hay muchos artistas en Guatemala que se aprovechan de los bailarines, se los pintan todo de rosa y a veces no les pagan nada, ni dinero ni reconocimiento. Subí una foto conmigo, promocionándome, hay muchas formas de pagarlo, hasta dando comida, siendo puntuales. Aquí en Estados Unidos no pasa eso mucho”, puntualizó.
Agregó que lastimosamente en Guatemala a veces ni las familias toman en serio a los artistas “hasta que ya lo haces”.
RUMBO A MIAMI PARA EMPRENDER LA CARRERA MUSICAL
Ya satisfecho con su trabajo en la NBA Landro partió hacia un nuevo destino donde podría impulsar su carrera musical: Miami. “Yo trabajo en una tienda y acabo de llegar a Miami hace unos dos meses, soy residente de aquí; fue un proceso largo y regular, cada proceso es diferente; algunos lo logran, otros lastimosamente no”.
Es así como el guatemalteco se arriesgó y probó su suerte en tierras norteamericanas. Comentó que en Miami ha tenido contactos con productores importantes; al igual que lo hizo anteriormente, Landro apunta a cumplir una meta más en la lista. “Quiero tirar algo que la gente piense ‘wow, este chavo sí va en serio, no está empezando’”, anunció.
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