Debemos vacunarnos. Foto la hora: AP

Alfonso Mata

El suministro de vacunas contra el COVID-19 a las poblaciones, es el principal problema de salud, pero también económico, de este año 2021, habiéndolo convertido el pueblo en una prioridad. Tremenda discusión se ha armado a nivel mundial sobre el tema. Dos cosas importantes: las vacunas no han sido aprobadas; ha sido autorizado su uso como emergencia, para prevenir velocidad de transmisión, pero sobre todo complicaciones y gastos en los que se infecten posterior a la inmunización. Dos cosas también importantes: la vacuna ya la han utilizado millones de personas sin complicaciones y miles de ingresos hospitalarios por encima del 90% en todo el mundo, después de iniciada la inmunización, son de personas NO VACUNADAS. Igual cosa las muertes. El mensaje parece ser: no vacunado en estos momentos, al infectarse, mayor riesgo de ir a dar en un hospital y morir.

Pero también se necesita de aclaraciones técnicas: Primero la técnica de elaboración y los contenidos de todas las vacunas, no siempre es el mismo ¿cuál es mejor? Segundo, no funcionan igual en lograr la producción inmunológica del cuerpo del vacunado y tercero, no se conoce en su totalidad el impacto positivo o negativo de la vacunación en el sentido de: ¿cuánto tiempo durará la inmunidad inducida por la vacuna? y tampoco si al largo plazo no producirá complicaciones. Lo sabido al respecto hasta este momento tienen más a favor que en contra.

Para su tranquilidad, luego de aplicadas cientos de millones de vacunas de todo tipo que conocemos, los casos con complicaciones y efectos serios que estas han producido dentro de la población vacunada, es no diferente a las encontradas con las que provocan otras vacunas usadas en otras infecciones: menos de un caso en cien mil vacunados. Aunque las complicaciones pueden ser diferentes.

Cosas que son mentiras: eso de chips dentro de las vacunas que van a controlar su cuerpo y su vida. Tampoco van a cambiar su genética. Aclararemos varias cosas acá.

Primero que nada: unas vacunas están hechas de RNA y otras de DNA. Hablemos en este artículo sobre las RNA. ¿Cuáles son los riesgos para nuestro material genético? Esta clase de vacuna, demuestra una eficacia de fase III contra la COVID-19. No obstante, es legítimo que la tecnología, debido a su relativa novedad, plantee interrogantes.

En primer lugar, hay cuestiones logísticas a atender de las vacunas realizadas a base de RNA: las moléculas de ARN son particularmente inestables y pueden «romperse» más allá de una determinada temperatura. Por tanto, es fundamental almacenar estas vacunas a temperaturas muy frías. Evidentemente, esto plantea una serie de problemas, en particular en lo que respecta de la cadena de frío desde la planta de producción, hasta el brazo del vacunado. Si se maneja mal esto, probablemente lo que sucederá es que el efecto de la vacuna sea el no esperado y hasta ahí. Problema este, que deben solucionar los encargados de los programas de inmunización.

Hagamos otra aclaración sobre estas vacunas: Todas las investigaciones sobre este tipo de vacuna (que por cierto tienen más de dos décadas de realizarse) han demostrado que el ARN inyectado a través de la vacuna, no tiene riesgo de transformar nuestro genoma ni de transmitirse a nuestra descendencia. Como se ha mencionado una y otra vez, ninguna de las substancias de la vacuna penetra en el núcleo de las células.

También han surgido preocupaciones sobre los efectos secundarios a largo plazo de estas vacunas pues aún no se ha testado en humanos al respecto, por el poco tiempo que tienen de usarse. Los animales -primos nuestros- como son chimpancés y otras especies de simios en que se experimentó la técnica de estas vacunas, no han manifestado luego de años daño alguno.

Existen argumentos que dicen que es mejor lo natural que lo artificial. Empecemos diciendo que los efectos esperados luego de la vacunación, serían similares a los de las personas que enferman con COVID-19: dolor, fiebre, casos complicados. Si bien más y más personas han recibido una o dos dosis, las personas en general informan dolor en el brazo, fiebre, fatiga y dolores de cabeza en los días posteriores a la vacunación, y especialmente después de la segunda dosis todos son controlables y pasajeros. A medida que continúan las campañas de vacunación en todo el mundo, las personas informan haber experimentado más efectos secundarios con la segunda inyección, en forma de fatiga, dolores de cabeza, fiebre, etc. Pero en todos los países, se trata de efectos secundarios normales «no graves», que «desaparecen espontáneamente en unos días». Ha habido casos de efectos secundarios graves, como la muerte pero muchísimo menos frecuente que en los no vacunados. Lo hay con toda vacuna, pero insistimos, son mínimos de mínimos y en esto, algo más aún positivo de esta vacuna: los datos emergentes de evidencia concreta, muestran que dos dosis de vacuna, protegen contra la variante Delta.

Entonces podemos estar tranquilos: las agencias Nacionales para la Seguridad de los Medicamentos y Productos Sanitarios más serias del mundo, todas son de la misma opinión: los beneficios son mucho por mucho mayores que los daños y efectos indeseables casi todos, siguen siendo «esperados y no graves», luego de casi llegar al año de estarse usando las vacunas.

Algo que preocupaba a muchos era los efectos sobre el sistema sanguíneo. Los países serios que han monitorizado algunos efectos, en particular el riesgo vascular y sanguíneo, han identificado menos de centenas de casos alrededor del  mundo desde el inicio de la vacunación, lo que confirma que este efecto secundario sigue siendo muy raro. Estos casos ocurrieron en unos pocos días a un mes, en personas mayores de 75 años y con otras patologías.

Entonces el ARNm, principal componente la vacuna, tiene como objetivo proporcionar al cuerpo la información genética necesaria para activar la protección contra el virus. El ARN mensajero de la vacuna, se inserta dentro de la célula y toma el control de esta maquinaria para fabricar un antígeno específico del coronavirus: la «espícula» del coronavirus, su punta, tan reconocible que está en su superficie y le permite adherirse a las células humanas para penetrar. Este pico, inofensivo en sí mismo, será detectado por el sistema inmunológico que producirá anticuerpos, y estos anticuerpos permanecerán.

Pero hay otra ventaja en esta forma de vacunas ARN: el hecho de no depender de virus completos para entrar a las células y no utilizar adyuvantes en el desarrollo de estas vacunas, sino simplemente moléculas de ácido nucleico, también pude significar que estas vacunas sean mejor toleradas por el organismo que otras; pero aún falta un poco más de investigación sobre esto.

El encuentro del organismo con partículas del SARSCoV-2 durante la vacunación, permite, de hecho, desarrollar células inmunes de «memoria» al organismo vacunado, capaces de reconocer inmediatamente este agente de nuevo si el individuo fuera expuesto a él «naturalmente». El objetivo es desencadenar una reacción inmunitaria para evitar una posible contaminación en el futuro que lleve a daños en los tejidos corporales y los sistemas de su funcionamiento. El fin en toda clase de vacunas es ese, pero el medio de lograrlo es el que difiere.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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