Sofía Alejandra Rodriguez Navarrete*
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Guatemala cuenta mayoritariamente con una población joven y factores como la era tecnológica. Asimismo, los acontecimientos políticos que suceden todos los días son eventos que crean una reacción, un descontento y una manifestación insatisfecha difundida en distintos medios. Hace más de una década este tipo de demostraciones eran difíciles de imaginar.
La juventud actualmente está interesada en movimientos estudiantiles, ciudadanos y activismo social, sin embargo, estos pronunciamientos aún no son suficientes porque, 1) La participación de jóvenes sin importar su clase social, nivel o área de educación, lugar de residencia, etnia, etc. es creciente mas no suficiente. 2) La violencia ante las protestas es cada vez más intolerante y no solamente en Guatemala, los movimientos en Colombia y Cuba son prueba del sistema opresivo en el que se vive.
Mencionando algunos de los eventos políticos más recientes, son las movilizaciones en descontento por el presupuesto nacional 2021 sucedido el 21 de noviembre de 2020, donde las redes sociales fueron protagonistas de la expansión de información sobre las desigualdades en el país y así fue como se logró convocar a miles de personas frente al Palacio Nacional exigiendo la anulación del presupuesto y la renuncia del actual presidente Alejandro Giammattei. Y el hecho más reciente, sin duda, es el constante repudio al gobierno actual ya que el país, en medio de la pandemia, está viviendo una crisis política, institucional y democrática que atenta contra a la dignidad de las personas, afectando profundamente las condiciones de vida de la población marcadas por el desempleo, pobreza, hambre, discriminación, sistema de salud débil, falta de vacunas y cientos de dudas sobre el uso del dinero para la gestión de éstas.
El cambio está en la acción de los ciudadanos y precisamente el deber de nuestra generación es cuestionar las acciones de quienes se encuentran en el poder y motivar a los más jóvenes a seguir con dicha labor. No hay que esperar a escoger una carrera social o llegar a la universidad para comprender las deficiencias estructurales en la gobernanza nacional. Pláticas ordinarias y amenas con amigos o familiares, ya sean presenciales o virtuales, es el inicio de una cultura de opinión libre e íntegra para el tipo de participación ciudadana que se quiere lograr.
Me siento afortunada y agradecida de formar parte de una generación cuyo propósito es romper con estigmas sociales, políticos, ideológicos, etc. Que no demuestran miedo, sino al contrario, es coraje y disgusto por los actos corruptos que pasan ante nuestros ojos y el rechazo inminente a la indiferencia social. Aunque evidentemente queda mucho por hacer y las quejas no son del todo escuchadas ni bienvenidas por las autoridades, la juventud guatemalteca no cesa por expresar sus inquietudes. Pertenecemos a un colectivo cuya reacción ante cualquier problemática no es quejarse sin hacer nada sino cuestionarse “qué se puede hacer al respecto”.
El poder de las personas es más fuerte que las personas en el poder, nuestra voz no descansa y nuestras acciones no terminan, solo se transforman.
*Soy estudiante de Relaciones Internacionales, observadora y empática con la realidad que me rodea, dispuesta a aprender cada día de todos, todas y todo. Creo ampliamente en la influencia y voz de la juventud guatemalteca que manifiesta su descontento social y siempre está dispuesta a proponer soluciones a las diferentes problemáticas.