La definición de un trastorno generalmente consiste en una declaración de características clínicas completas de este problema. También sabemos que los trastornos mentales en diferentes partes del mundo han aumentado y que su impacto en lo social, económico y político de una nación genera un impacto negativo para el desarrollo de comunidades y grupos.
El concepto: un problema
La problemática en salud mental empieza desde su concepto. Una definición está sujeta a varias interpretaciones que conduce a varios enfoques. Primero: puede referirse a estados o fenómenos emocionales y cognitivos percibidos como positivos como: bienestar, alegría, el aspecto emocional o cognitivo de estar satisfecho con la propia vida. En segundo lugar, puede indicar «Recursos psicológicos poseídos» por un individuo como: la resiliencia, la capacidad de «hacer frente» a situaciones de adversidad, etc., o rasgos o disposiciones de personalidad, tales como el optimismo o el sentido de coherencia. Tercero, puede considerarse como el polo positivo de un continuo de estados psicológicos. Esta noción, se superpone con los otros dos, porque el polo positivo de esto incluye el bienestar y los recursos que se supone que permiten gestión «satisfactoria» de la propia vida, incluso ante la adversidad (tensiones, acontecimientos de vida y conflictos producidos en el medio ambiente y las relaciones sociales). En el polo negativo de continuo de la definición, incluiríamos patologías mentales. Entre las dos, pero más cercanas a las patologías, están las formas de angustia psicológica. Si el polo positivo incluye recursos psicológico y la capacidad de actuar en los roles sociales (esposo, padre, empleado, etc.), el polo negativo puede incluir discapacidades e incapacidad para funcionar en estos roles. Bajo esos aspectos es que se pude entender primero y luego estudiar y atender la salud mental.
Por último, la salud mental se distingue de la salud en general por su especificidad, que se supone que no es corporal, o más concerniente a la mente y la psique que a la salud física.
La Práctica
El enfoque para tratar la salud mental va desde un campo clínico-médico, hasta la prevención que incluye políticas sanitarias y sociales destinadas a prevenir el desarrollo de trastornos. Eso obliga a entender la salud mental como un conjunto de determinantes relativos a las interacciones entre los individuos y su entorno. Esta perspectiva dinámica, abre el camino a las acciones comunitarias preventivas. La idea subyacente es que los determinantes no solo son compartidos por la totalidad de una población (a diferencia de un factor de riesgo, que se refiere a un individuo) sino que pueden diferenciarse en su peso entre grupos (el recurso económico por ejemplo como motivo de angustia).
Así como existe confusión entre salud mental y trastorno mental, la distinción entre salud mental y el sufrimiento psicológico, plantea un problema para la vigilancia y, en general, para la investigación y atención.
Muchas personas entrevistadas en la covid-19 informan de una presencia significativa de sufrimiento mental en el ámbito social y con diferentes connotaciones: en el lugar de trabajo, en la escuela, en personas en precariedad o no, entre los jóvenes. Una descripción general de los informes de este sufrimiento psíquico, sugiere que el término se usa para expresar toda una serie de expresiones de malestar: consumo de drogas, actos de violencia, depresión… y esas apreciaciones cubren configuraciones de síntomas y comportamientos compartidos por grupos de personas, en una situación comparable (la covid-19) y en diversas circunstancias de la vida, multiplicación de trastornos que conducen a una transformación en comparación con el comportamiento habitual. De tal manera que se destaca la existencia de múltiples expresiones, formas de actuar y sentir el sufrimiento psíquico y las dificultades, para encontrar sentido a la propia vida, ante todas las manifestaciones a que obliga una COVID-19, que afecta modos y estilo de vida.
Es pues más que evidente que el sufrimiento psíquico es casi siempre descrito en relación con una situación y una condición, así parece sugerirlo los estudios realizados alrededor del mundo.
Aspectos sociales
En la actualidad, la salud mental y los trastornos psiquiátricos se ven afectados por motivos y situaciones que permean su expansión continua. Esta expansión nos parece que se produce más por fenómenos sociales que por factores sociales, es decir, más vinculada a la organización y las normas sociales que a las características sociales del individuo o de su posición en la estructura social. Pero parece existir un creciente conocimiento mas no conciencia pública, sobre los trastornos mentales y la salud mental. Este fenómeno es parte de un acceso cada vez mayor a la información médica y psicológica, pero no a una formación de conciencia de las dimensiones del cuerpo y la mente y de su comportar y organizarse, vinculada a varios factores sociales y económicos que me afectan.
Los postulados de la atención a la salud mental
La atención en salud mental, parece agitarse dentro de dos campos: por un lado, para la sociología clásica, el papel del enfermo incluye tanto el cambio o la exoneración/modificación de obligaciones (por ejemplo, parentales, o laborales, como en el caso de la discapacidad concedida al trabajador) como la obligación de buscar una cura, poniéndose en manos de profesionales sanitarios competentes. Pero dentro del marco filosófico del hacer sanitario (del sistema de salud) el principio cambia. El cuerpo y la mente ya no son los fenómenos latentes que surgen cuando la enfermedad y el dolor irrumpen en la rutina de la vida diaria, sino al revés: el cuerpo y la mente son «un capital a adquirir» que propicia, si se le echa a andar adecuadamente, la salud y podemos agregar, el capital de salud mental se convierte en nuevo valor y nuevo propósito, que el individuo debe esforzarse por conseguir y poseer. La salud en este sentido, es un proceso dinámico activado por el impulso de la resiliencia, la flexibilidad, la adaptabilidad; ellos son recursos psicológicos que deben crearse y cultivarse. El desempeño con eso, requiere trabajo individual e institucional. Al mismo tiempo, el trabajo de distinción de salud mental, debe resaltar los aspectos negativos de la salud mental: más depresión, ansiedad, estrés, etc.
En resumen:
El campo de la salud mental, su espíritu, incluye tanto la patología psiquiátrica como los componentes de la «salud mental», como capital humano.
1. El campo de la patología mental, en los estudios de población general incluye:
? trastornos mentales definidos en las nosologías actuales (CIM, DSM, etc.);
? el impacto de los trastornos y síntomas (minusvalía, discapacidad, desventaja social, disfunción social).
2. Las dimensiones de la salud mental podrían incluir:
? malestar psicológico entendido como un estado inespecífico de malestar medible con escalas psicológicas;
? Algunos Dudan en incluir el bienestar y otras dimensiones positivas:
La aprehensión de la salud mental es problemática, ya que potencialmente extiende la identificación del problema a «otros». Tal extensión plantea problemas a las políticas públicas, obligadas necesariamente a establecer prioridades. A partir de los pocos hallazgos nacionales, podemos preguntarnos, por ejemplo, hasta qué punto deberíamos ampliar el sistema para atender a todos los tipos de usuarios. y en qué medida debe reorganizarse. Al incluir, en particular, las dimensiones del bienestar y otras dimensiones positivas en el repertorio de medidas para el seguimiento de la salud mental, borramos necesariamente los límites del campo.