Gladys Monterroso
“Incluso las democracias occidentales, con su dictadura económica, asesinan al Tercer Mundo.” Milena Agus
Que, estamos viviendo un momento complejo a nivel mundial es un hecho que no se puede obviar, que los países subdesarrollados lo llevamos peor, es una verdad tan grande como un templo, y que, nosotros como país del tercer mundo casi llegando al cuarto estamos peor aún es innegable, pero ¿Qué es lo que sucede? Como principio nunca hemos tenido una agenda propia de país, respondemos a las agendas de los verdaderos dueños de esta nación, que no somos la sociedad en general más, no hay.
En ese contexto, siempre que se cumpla la agenda gringa lo demás es cosmético, les dejan a los dueños del capital que se mantenga, y los demás que veamos como sobrevivimos, nos mantienen con limosnas, disfrazadas de un trabajo, ayudas, donaciones, o a cualquier eufemismo que en el fondo les llamen como les llamen son ayudas, se llamen como se llamen son lo mismo, lo que se busca es mantener las estructuras muy similares a las se mantenían en 1821, hoy la pirámide es la misma con un aparente equilibrio, en el que la base social puede llegar al pauperismo (la sociedad), mientras en la cúspide se mantienen las elites tradicionales con las emergentes, en estas últimas se encuentra cualquiera.
La pandemia vino a desnudar, por si alguna duda quedaba, lo que es nuestra realidad histórica, una sociedad que peca no solamente por acción, también por omisión, se sembró el temor a levantar la voz para exigir un derecho elemental: Una vida digna, y esa vida digna se encuentra compuesta esencialmente por la salud, derecho que en el momento actual se encuentra en déficit social, porque mientras, sin ir muy lejos países cercanos como el Salvador y México, sin ver más allá del mar, que es otro mundo en todos los sentidos, ya están vacunando incluso treintañeros, acá no solamente no hemos pasado de los de cincuenta años, sino que ni para ellos hay vacuna disponible, he visto personas van de un centro de vacunación a otro, estando inscritos sin poder acceder a la vacuna.
Lo que está sucediendo me recuerda la historia del rey, al que le vendieron la idea que estaba vestido, cuando en realidad estaba desnudo, los súbditos veían que el señor caminaba sin ropa alguna, pero no se atrevían a hacérselo saber por temor, mientras para todos era claro que estaba totalmente desnudo, eso es lo que sucede hoy, las autoridades juran que se está haciendo hasta lo imposible, y ellos se lo creen, pero el gran grueso de la población sabemos que no se ha hecho ni lo posible, menos lo imposible para que recibamos la vacuna los ciudadanos de la capital, menos aún lo sueñan recibir en el interior de la república.
Lo cierto es que la verdad está ahí, hoy más que siempre quedamos desnudos como una sociedad sin respeto a la vida, excursionando para poderse vacunar no solamente por no enfermar, también por proteger a los seres queridos, buscamos vacunas fuera del país no solamente los menores de cincuenta años, también las personas de cualquier edad, cansados de buscar las vacunas de centro en centro, encontrando en algunos rostros amables, en otros más amargos, pero la respuesta es la misma, no tenemos vacunas, o esperando que por fin llegue la edad para poderse inscribir, que no significa poderse vacunar.
En Guatemala, no solo el rey está desnudo, que en fin es una metáfora de vida, todos estamos desnudos, pero de esperanza, de futuro, en fin de expectativas, nos hacen falta ilusiones, el detonante para que esa realidad fuera más que evidente fue la crisis sanitaria que ha impactado al globo terráqueo, y que dividió aún más si se puede a las sociedades del primer mundo de las del último mundo, el problema hoy no es económico, el problema es sanitario, es la primera vez que estamos en las mismas condiciones pero con diferentes resultados, mientras unos gestionaron mejor la crisis, otros nos quedamos como siempre, viendo el tren pasar.
Esta realidad nuestra, que nos lastima hondamente, y no solo físicamente nos hiere por omisos, porque aceptamos la peor parte del pastel de la vida, aceptamos las migajas, teniendo derecho como mínimo a una tajada como otros.
Estamos desnudos, a diferencia del rey, nosotros sí sabemos que lo estamos.
licgla@yahoo.es