Los cambios cualitativos y estructurales de la sociedad deben ir a la par del rápido crecimiento económico, y las diferencias existentes - regionales, sectoriales y sociales - deben reducirse sustancialmente”. Foto la hora: Ap

Alfonso Mata

En 1979 el llamado NOEI Nuevo Orden Económico Internacional afirmaba: “los cambios cualitativos y estructurales de la sociedad deben ir a la par del rápido crecimiento económico, y las diferencias existentes – regionales, sectoriales y sociales – deben reducirse sustancialmente”. La OMS le añadía “En resumen, el desarrollo implica un mejoramiento constante de las condiciones y de la calidad de la vida, incluidas las mejoras de la vivienda, del medio, de la alimentación y de la salud, elementos esenciales para mantener la calidad de la vida”.

¿Qué paso?

Si analizamos lo sucedido en Guatemala, nos encontramos con una situación totalmente tergiversada de los principios mencionados: nuestra realidad muestra que las políticas nacionales sociales y económicas, no se ha transformado en calidad de vida para la mayoría de guatemaltecos. Lo que ha sucedió tanto en el ámbito social como económico, es un entender y luchar por un desarrollo de crecimiento económico. Realmente tratamos los asuntos sociales aparte y con sesgos ideológicos de todo tipo, cargados de un fuerte contenido de privilegios que se sobreponen a justicia y equidad. El sistema político, financiero y económico guatemalteco, ha desconectado el crecimiento económico del social y manejado el crecimiento económico, sin especificar de qué manera este debe contribuir al desarrollo humano y por lo tanto sin direccionalidad a ello. El resultado de esa forma de atender la cosa pública es alarmante desembocando en pobreza de todo tipo y enriquecimientos ilícitos. De igual manera, muchas donaciones de países amigos para apoyar el desarrollo, se ven expuestas a estos actos.

¿Quiere una prueba?

Si usted estudia el presupuesto nacional de los últimos diez años y lo asignado para el mejoramiento social y los trata de correlacionar con un mejoramiento de las condiciones y de la calidad de vida de los habitantes, particularmente los más desfavorecidos, verá que no cazan. ¿Por qué? porque no existió un nuevo orden económico a nivel del estado que permitiera una justa y equitativa repartición de bienes. La mayoría de la transferencia de recursos públicos se quedan en los pasos intermedios, llegando al beneficiario solo mínimas cantidades, señalan los estudios al respecto.

Sé que algunos brincarán diciendo: no es cierto. Escudriñemos el PNB.

Para eso hay que hacer tres aclaraciones No basta, con elevar el PNB para decir todo está bien. Hay una gran diferencia entre el crecimiento y el desarrollo económico y en eso el PNB es un índice muy insuficiente para este análisis. Cuestión de distribución ¿quién se beneficia del crecimiento económico? La respuesta es obvia. Luego, mejoras del estado económico de la capa privilegiada de un país, contribuye en un aumento del producto nacional bruto (PNB) pero no necesariamente mejora las condiciones de vida aunque si el bolsillo de algunos.

Lo que cabe destacar es que si las remesas aportan al PNB un 18%, es seguro que esos ingresos son una inversión que va a las manos del beneficiado y eso debería tenerse en cuenta cuando se analizan las estadísticas de mejora en calidad de vida y de indicadores vitales y económicos. ¿Estamos ante un programa de desarrollo de los pobres, financiado por pobres? Sería interesante explorar esto.

Y entonces ¿dónde queda la salud dentro del mejoramiento del desarrollo?

Indudablemente para el desarrollo humano y la calidad de la vida, es asimismo indispensable satisfacer necesidades que no son de índole material. Partamos de algo, la salud, aunque en cierto sentido no es material, proporciona posibilidades de beneficios materiales (es capital): capacidades y potenciales para hacer algo, accesos y comportamientos y conductas; el fomento de la salud puede por consiguiente, servir de puente entre los esfuerzos políticos y lo que la sociedad entrega: individuos sanos y potencialmente aptos.

Pero para  que ese recurso humano pueda desplegar sus potenciales y aspiraciones que le acompañan, es necesario arreglo y esfuerzos nacionales en pro del desarrollo social y económico que se den de forma simultánea. Eso demanda de cambios en las estructuras que dan origen o limitan esta posibilidad. En nuestro caso, los acuerdos de paz se enfocaban hacia eso y luego de 30 años, en esto no se cumplió.

Y entonces qué sucede

La energía humana como fuente de actividad económica, de conciencia social y de capacidad para incorporar y aplicar los conocimientos, individual y socialmente, se pierde. La disponibilidad de energía humana dentro del sistema nacional se difumina. Ni la parte de la sociedad que debe cumplir con invertir para concentrarla y usarla lo hace (los capitales se usan para manipular y gestar fondos no para inversión social y económica) y la poca que logra fugarse (migrantes) genera un capital que tiene un retorno muy pobre a nivel nacional.

Un ejemplo

Asumamos que el migrante en promedio envía el 20% de su ingreso real a sus compatriotas, fruto del trabajo que realiza en el país al que migró; eso beneficiará a su familia y su gente. Pero en realidad, el trabajo que desarrolla en tierras lejanas, representa más de lo que el sistema económico nacional produce y de lo que el gobierno invierte en su pueblo y su gente, desafortunadamente se queda en tierras foráneas.

Puedo decir entonces, que la disponibilidad de mano de obra productiva, cuantitativa y cualitativamente satisfactoria, requisito previo del desarrollo económico, se encuentra en el extranjero y beneficia a otros y no a nuestra nación y eso, desde hace décadas. Por otro lado, esa fuerza de trabajo goza de un buen nivel de salud, que le permite contribuir eficazmente al desarrollo nacional en el país en que trabaja y, por ende, a su propio desarrollo social.

La pregunta entonces se vuelve. El esfuerzo de esos hombres y mujeres ¿beneficia el desarrollo social de todos los que se benefician de lo que envían?. Un estudio mexicano realizado por Miguel Ángel Corona, señala que en la población pobre que estudió “las remesas en los hogares encuestados, tuvieron un efecto positivo en su desarrollo y bienestar, cubriendo varios aspectos que tienen que ver con ello”. ¿Habrá relegado a segundo plano las prestaciones estatales ello?.

Si lo que nos muestra el estudio anterior se puede extrapolar, podríamos decir que: ese mayor poder adquisitivo de la familia proveniente de la remesa, puede por sí originar un proceso de acumulación de desarrollo económico y el aumento del consumo individual, que se enfocaría en parte al consumo sanitario, acelerando por consiguiente el proceso de influencias mutuas entre el crecimiento económico y a la vez en algunos, un mejor bienestar y salud y en otros evitando mayor deterioro.

Como quiera que sea, las remesas pueden estar constituyendo ya en este momento, la base de un modelo de desarrollo totalmente diferente a lo que sucede en otras partes del mundo. Es decir que una parte del desarrollo nacional, está descansando sobre la base del crecimiento migratorio, relegando a un segundo plano en ello la disponibilidad de los recursos nacionales. Lo que si resulta evidente es que en realidad, el aporte de esta estrategia “popular” por su origen, no resulta un insumo suficiente pero si indispensable para mejorar en buena parte, la calidad de la vida de muchos en el país y eso debería ser estudiado muy a fondo: ¿qué dejan al desarrollo del país las exportaciones agrícolas, comerciales e industriales, qué las remesas? ¿cómo se distribuye eso dentro del desarrollo nacional? y ¿cuál es su significado dentro de la salud?.

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
Artículo anteriorUEFA decide eliminar el valor doble de los goles a domicilio en eliminatorias
Artículo siguienteBanco de Inglaterra advierte sobre inflación; mantiene tasa