Palestinos y colonos judíos se arrojaron piedras, sillas y fuegos artificiales durante la noche en un tenso vecindario de Jerusalén donde los grupos de colonos están tratando de desalojar a varias familias palestinas, dijeron las autoridades hoy.
La amenaza de los desalojos avivó las protestas y los choques el mes pasado en vísperas de la guerra de 11 días en Gaza y supone una prueba para la nueva coalición de gobierno israelí, que incluye tres partidos proasentamientos pero espera dejar a un lado la cuestión palestina para evitar divisiones internas.
Policías y agentes fronterizos israelíes dijeron que detuvieron a cuatro sospechosos en el barrio de Sheikh Jarrah. No estuvo claro quien empezó los altercados. Según los reportes, una mujer habría resultado herida al ser alcanzada en la espalda por una piedra, dijo la policía.
El servicio de emergencias de la Media Luna Roja señaló que sus equipos trataron a 20 palestinos, incluyendo a 16 por gases lacrimógenos y espray de pimienta y a otros heridos por balas cubiertas de goma. Otras dos personas resultaron heridas, incluyendo un anciano que recibió un golpe en la cabeza, agregó.
Según la Media Luna Roja, los colonos arrojaron piedras a una de sus ambulancias y las fuerzas israelíes rociaron otra con agua maloliente.
El estallido de violencia es la última fricción en Sheikh Jarrah, donde semanas de disturbios captaron la atención internacional antes de la guerra entre Israel y Hamas del mes pasado. El alto el fuego entró en vigor el 21 de mayo, pero la larga campaña de los colonos para expulsar a docenas de familias palestinas continúa.
Y esto hace que el ciclo de tensión perdure en una complicada primera prueba para el nuevo gobierno israelí, que asumió el poder hace poco más de una semana.
La intervención del fiscal general de Israel en el apogeo de los disturbios ha suspendido los desahucios más inminentes. Pero los grupos de derechos humanos apuntan que los desalojos podrían seguir en los próximos meses a medida que se disipe la atención internacional, dando lugar a otro posible derramamiento de sangre.
Los colonos llevan décadas luchando para expulsar a las familias de los densamente poblados barrios palestinos de la llamada Cuenca Santa, justo fuera de los muros de la Ciudad Vieja, en una de las zonas más sensibles de Jerusalén Este.
Israel capturó esa parte de la ciudad, donde hay lugares sagrados para judíos, musulmanes y cristianos, en la Guerra de los Seis Días de 1967 y la anexionó a su territorio en un movimiento no reconocido por la comunidad internacional. Israel considera toda la ciudad como su capital, mientras que los palestinos quieren que Jerusalén Este sea la de su futuro estado.
Los colonos alegan que las viviendas están construidas en tierras que eran propiedad de judíos antes de la guerra de 1948 que rodeó la creación de Israel. La ley israelí les permite reclamar estas propiedades, un derecho que se niega a los palestinos que perdieron sus fincas y sus casas en el mismo conflicto.