Alfonso Mata
El bienestar social e individual, entre otras cosas, tiene que ver con la salud y la enfermedad, la vida y la muerte. Falsamente se nos ha enseñado que la vida es un conflicto en que a menudo no se puede ayudar a una persona sin dañar a otra; atender y ayudar a la naturaleza sin dañarla; cumplir con un sector de la sociedad sin dañar a otro. Y bajo este argumento, al ciudadano se le ha encajonado dentro del siguiente pensamiento: Reconocer que en cuestiones relativas al bienestar material, el pueblo debe renunciar a la igualdad y aceptar el orden natural del mundo, donde todo ser humano, cada uno en su mundo y en su ambiente, puede y debe realizarse con resignación.
Por otro lado, el enfermo es un organismo psicosomáticamante perturbado. La enfermedad es un proceso que genera un desorden biológico y mental en los procesos de adaptación, regulación y defensa de un organismo ante las injurias sociales económicas y ambientales de su alrededor, estropeante o mortal. En todo ello nuestra sociedad es rica.
La misión del Estado en seguridad social tiene que ver con ambos razonamientos planteados. Es el encadenamiento a cambios en esos razonamientos los que deben mover los ajustes del Estado y sus instituciones si se quiere avanzar en democracia y desarrollo humano
La dirección de una institución como el IGSS dedicada a la atención y seguridad de sanos y enfermos, debe enfocarse al estudio y solución científica y aplicación de medidas basadas en la evidencia que faciliten a todo ciudadano la seguridad social y no obedecer a intereses parciales que favorecen a ciertos grupos a costillas y olvidándose de otros, llenando al instituto de corrupción administrativa y operativa para esos logros ilícitos y contra la ley como actualmente funciona.
El IGSS actualmente es una institución enferma, imposibilitada de brindar con suficiencia, calidad y oportunidad, atención y solución a la problemática social. Es indudable que necesita con urgencia de cambios. Sus teorías y aplicaciones administrativas así como su práctica, son en buena parte ajenas a una situación social nacional y se enfilan a la satisfacción de intereses político-privados opuestos a la seguridad social. La misión de sus entes administrativos y directivos, ha propiciado que el IGSS sea una estructura frágil y posible de botín.
Es en la práctica donde el Estado y el Gobierno tienen que demostrar la verdad, es decir, la efectividad y el poder de un pensamiento de la seguridad social universalmente aceptado. La reforma de la institución además de personas probas, necesita en sus niveles de dirección y ejecución, de cuadros técnico científicos, no políticos y comerciales; de lo contrario y tal como acaba de suceder con el actual nombramiento de la presidencia del IGSS, estamos ante un nuevo montaje con trazos de fines desdibujados y utópicos que deja al IGSS como un sistema atrasado, lleno de malas prácticas y vicios en su planificación y en el funcionamiento de sus unidades asistenciales, en las cuales la función creadora brilla por su ausencia pese a la extensión y complejidad creciente de los problemas de salud. Entonces uno se pregunta con inquietud ¿hacia dónde apunta ese nombramiento? Pues es claro que no se hizo buscando el mejoramiento institucional.