TAIPEI, Taiwán/AP
En un plazo de apenas cinco días el mes pasado, China puso 100 millones de dosis de sus vacunas contra el COVID-19.
Tras un inicio lento, China está haciendo ahora lo que casi ningún otro país en el mundo puede hacer: aprovechar el poder y el alcance de su sistema de partido único, y una industria de las vacunas en proceso de maduración, para inmunizar a su población a un ritmo vertiginoso. La campaña está lejos de ser perfecta, incluyendo la distribución desigual de los fármacos, pero los responsables de salud pública chinos dicen que esperan inocular al 80% de sus 1.400 millones de habitantes para final de año.
Hasta el martes, China había distribuido más de 704 millones de dosis, casi la mitad de ellas solo en mayo. El dato total equivale a casi un tercio de los 1.900 millones de vacunas distribuidas en todo el mundo, según la web de investigación Our World in Data.
El llamado a inmunizarse llega desde todos los rincones de la sociedad. Las empresas ofrecen las vacunas a sus empleados, las escuelas animan a sus estudiantes y personal, y los trabajadores de los gobiernos locales controlan a los residentes.
Esta presión pone de manifiesto tanto la fortaleza del sistema, que hace posible incluso considerar vacunar a más de 1.000 millones de personas este año, como los riesgos para las libertades civiles, una preocupación global que es especialmente notable en China, donde hay menos protecciones.
“El Partido Comunista tiene gente que llega hasta cada aldea, cada vecindario», afirmó Ray Yip, exdirector de la Fundación Gates en China y experto en salud pública. “Esta es la parte draconiana del sistema, pero también le da mucho poder de movilización».
China administra ahora un promedio de alrededor de 19 millones de vacunas por día, según los datos de Our World in Data a siete días. Esto significaría una dosis para cada uno de los habitantes de Italia cada tres días. Estados Unidos, con un cuarto de la población china, alcanzó los casi 3,4 millones de inyecciones diarias en abril, en el punto álgido de su campaña.
Todavía no está claro cuántos ciudadanos chinos están totalmente inmunizados, lo que puede significar que tengan entre una y tres dosis de las vacunas en uso — desarrolladas por los laboratorios Sinovac y Sinopharm —, ya que el gobierno no publica esos datos.
Zhong Nanshan, un reconocido doctor gubernamental que dirige un grupo de expertos adscrito a la Comisión Nacional de Salud, afirmó el domingo que el 40% de la población ha recibido al menos una dosis y que el objetivo es que ese porcentaje esté totalmente inmunizado a final de mes.
En la capital, Beijing, el 87% de la población tiene al menos una dosis. Vacunarse es tan sencillo como entrar en uno de los cientos de puntos habilitados. El fármaco se distribuye también en autobuses estacionados en zonas de mucho tránsito peatonal, como el centro de la ciudad o centros comerciales.
Pero la abundancia en Beijing no se repite en el resto del país, y reportes en medios locales y quejas en redes sociales muestran la dificultad de conseguir una cita en otros lugares.
“Empecé a hacer fila ese día a las 09:00, hasta las 18:00 horas, y solo entonces recibí la inyección. Fue agotador», explicó recientemente Zhou Hongxia, residente en Lanzhou, en la región noroccidental de Gansu. “Cuando me fui, todavía quedaba gente esperando”.
El esposo de Zhou no tuvo tanta suerte y sigue esperando su turno. Cuando llaman a las líneas de atención telefónica locales les dicen simplemente que esperen.
Funcionarios del gobierno central dijeron el lunes que están trabajando para asegurar que el reparto de los fármacos sea más equitativo.
Antes de que la campaña se intensificase en las últimas semanas, muchos no tenían prisa por vacunarse ya que China ha mantenido el virus, que se detectó por primera vez en el país, bajo control durante el último año gracias a sus estrictos controles fronterizos y a cuarentenas obligatorias. De vez en cuando se registran pequeño brotes, y en la actualidad lucha contra uno en la ciudad sureña de Guangzhou.