En abril, el gobierno estadounidense anunció planes de compartir millones de vacunas contra el COVID-19 con el resto del mundo antes de fines de junio. Han pasado cinco semanas y las demás naciones siguen esperando con impaciencia quién recibirá y cómo serán distribuidas las inoculaciones.
Para el presidente Joe Biden, las dosis constituyen «un arsenal de la democracia» que dará a Washington una manera de recompensar a aliados, pero también son una herramienta para mejorar la salud mundial al salvar millones de vidas y devolver una semblanza de normalidad a países amistosos y a los no tan amistosos también.
La disyuntiva principal para Biden es ¿cuántas vacunas dar a los que más las necesitan, y cuántas darles a los aliados de Estados Unidos?
La respuesta, al menor por ahora, parece ser dejar el asunto mayormente en manos del COVAX, el programa de la Organización Mundial de la Salud para entregar vacunas en los países pobres. Si bien el porcentaje no se ha decidido todavía, ello daría un impulso sustancial e inmediato al COVAX, que hasta ahora ha entregado sólo 76 millones de dosis a países necesitados.
La administración Biden planea reservar aproximadamente una cuarta parte de las dosis para entregar directamente a naciones individuales selectas.
La creciente reserva de vacunas de Estados Unidos es considerada no sólo testamento de la ingenuidad estadounidense, sino también de su privilegio a nivel mundial.
Más del 50% de los estadounidenses han recibido han recibido al menos una de las dosis y más de 135 millones están totalmente vacunados, con lo cual las cifras de casos y decesos en Estados Unidos han caído a sus niveles más bajos desde los primeros días de la pandemia.
Decenas de países le han pedido vacunas a Estados Unidos, pero hasta ahora sólo México y Canadá han recibido, un total combinado de 4,5 millones de dosis. Washington también ha anunciado planes de entregar suficientes dosis a Corea del Sur para poder vacunar a los 550.000 soldados sirven junto con los militares estadounidenses en la península coreana.
Estados Unidos todavía está elaborando sus planes definitivos, indicó un funcionario de la Casa Blanca y el tema sigue siendo fuente de debate entre el equipo presidencial, entre distintas agencias públicas y con agencias externas y compañías manufactureras.
«Nuestro país será el arsenal de vacunas para el resto del mundo», declaró Biden el 17 de mayo al anunciar los planes estadounidenses de exportar más dosis.
Añadió que, comparado con otros países como Rusia y China que imponen condiciones a la entrega de sus vacunas, «no usaremos nuestras vacunas para obtener favores de otros países».
Aun así, la gestión con las fuerzas surcoreanas revela la capacidad estadounidense de beneficiar a sus aliados más cercanos. No queda claro si el gobierno surcoreano pagará por dichas dosis. Se estima que la mayoría de las dosis entregadas por Estados Unidos han sido donadas.