La escena en un restaurante de Manhattan, en la ciudad de Nueva York. Foto La Hora/AP/Kathy Will

Dicen que Nueva York es «la ciudad que nunca duerme», pero la pandemia del coronavirus obligó a la pujante metrópoli a tomarse un año de letargo. Ahora llegó la hora de despertar.

A partir de hoy, todo neoyorquino vacunado se podrá quitar la mascarilla en la mayoría de lugares y locales públicos como restaurantes, tiendas, gimnasios y otros negocios, que podrán funcionar nuevamente a plena capacidad siempre y cuando revisen las tarjetas de vacunación o las apps de las personas para verificar que efectivamente están inoculados.

El tren subterráneo comenzó hace pocos días a funcionar nuevamente las 24 horas del día y para fines de mes los bares y restaurantes ya no tendrán que acatar un toque de queda que iniciaba a la medianoche. Se están comenzando a vender boletos para shows de Broadway, si bien no subirá el telón sino hasta septiembre.

Las autoridades de la ciudad dicen que es hora de volverse a levantar tras el duro golpe sufrido por la pandemia desde el año pasado. El incipiente renacer neoyorquino quizás fue mejor ilustrado por la portada de la más reciente edición de la revista The New Yorker: Una enorme puerta entreabierta, por cuya apertura entra un rayo de luz que ilumina la silueta de los rascacielos emblemáticos de la urbe.

Sin embargo, ¿realmente está Nueva York totalmente recuperada de la crisis? «Yo diría que quizás en un 75% sí, definitivamente poco a poco está regresando», opinó Mark Kumar, un entrenador físico de 24 años de edad.

Sin embargo, otros discrepan. «No habrá una normalidad total por un tiempo. Ha habido demasiadas muertes, ha habido demasiado sufrimiento, persiste demasiada desigualdad», afirmó Ameen Deen, de 63 años.

En la primavera del año pasado, la ciudad más grande del país era también la más afectada por el coronavirus: 21 mil personas fallecieron en apenas dos meses. La tasa de fallecimientos entre las comunidades negra e hispana fue mucho mayor a la de blancos o asiáticos.

Los hospitales estaban abarrotados de pacientes y cadáveres. Se tuvieron que improvisar morgues en camiones refrigerados y se erigieron hospitales de campaña en pleno Central Park. Las otrora bulliciosas calles de la ciudad se apagaron, a excepción de las sirenas de las ambulancias y el estallido de aplausos y gritos cada noche, en honor a los trabajadores del sector salud.

Tras un año de altibajos, la ciudad espera ahora que la crisis de salud haya tocado fondo y que la campaña de vacunación haya marcado la diferencia. El 47% de los residentes han recibido por lo menos una de las dosis. Los fallecimientos por COVID-19 se han mantenido en un promedio de poco más de 20 por día y el promedio de casos nuevos y hospitalizaciones ha caído en picada.

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