El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofreció una disculpa ayer por una masacre ocurrida en 1911 en la cual más de 300 personas de origen chino fueron asesinadas por las tropas revolucionarias en Torreón, ciudad en el norte del país.
La disculpa es la más reciente de una serie de ceremonias en que el presidente mexicano ha buscado reparar el daño por el abuso sufrido por indígenas y personas de grupos minoritarios en México en los últimos siglos.
López Obrador dijo que la disculpa tenía la finalidad de asegurarse de que «que esto no vuelva nunca jamás a repetirse», señalando que durante el periodo los chinos fueron mutilados o colgados de postes de telégrafo.
«La discriminación se sustentaba en lo más vil y ofensivo», indicó López Obrador. «Estas estupideces se trasladaron a México, donde a la exclusión y al maltrato se le añadió el exterminio».
Muchos chinos emigraron a México en los años de 1800, en algunos casos para trabajar en la expansión de la red de trenes del país. Pero muchos de ellos crearon negocios, granjas y, en Torreón, hasta un banco.
La matanza de 1911 de 303 hombres, mujeres y niños de origen chino sucedió durante un periodo caótico de la Revolución Mexicana, cuando las tropas revolucionarias tomaron Torreón, sellando el destino del mandatario Porfirio Díaz. La pérdida de la ciudad llevó a Díaz a renunciar y exiliarse.
Al igual que la mayoría de los asesinatos por motivos raciales, este fue avivado por la sospecha, el odio, el miedo, la envidia y las mentiras. Torreón era un poblado floreciente con vía férrea, y el control de la ciudad era clave para la conexión ferroviaria hacia Estados Unidos. Algunos mexicanos se quejaron de que los chinos estaban apoderándose de los empleos o causando una disminución salarial; otros tenían envidia del éxito económico de la comunidad china.
Entre el 13 y el 15 de mayo de 1911, las tropas revolucionarias arrebataron el control de la ciudad al ejército de Díaz y una vez en la ciudad, asesinaron a muchos de los habitantes de origen chino, si bien algunos lograron ocultarse o fueron rescatados por otros residentes de la localidad.
El gobierno revolucionario victorioso del presidente Francisco I. Madero accedió a pagar indemnizaciones por la masacre, pero el mismo Madero fue derrocado en 1913 y el pago nunca fue realizado.
«Es durante los momentos más convulsos de la historia cuando se trastocan en acontecimientos de resultados fatales y de alcances genocidas», dijo el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme.
López Obrador, que generalmente elogia al movimiento revolucionario de 1910-1917, señaló que el movimiento también expresó sentimientos antichinos.
La historiadora Mónica Cinco Basurto explicó que la masacre no fue la única manifestación contra los chinos en México. El saqueo de negocios propiedad de chinos y la expulsión o salida forzada de chinos —por lo general sin reconocer si ciudadanía mexicana o la de sus hijos o esposas— se extendieron a lo largo de México hasta la década de 1930.
En la ceremonia de disculpas, López Obrador estuvo acompañado por el embajador chino Zhu Qingqiao.
México ha dependido de las marcas chinas para aproximadamente 10,5 millones de las 29,1 millones de dosis de la vacuna contra el COVID-19 que ha recibido hasta la fecha, o casi el 36% de todas las inyecciones. Zhu dijo que las vacunas y equipo médico proveniente de China «ha dejado una fuerte huella en la historia de las relaciones entre nuestros dos países».
Al igual que en Estados Unidos, los actos de racismo contra la población de origen asiático han sido un asunto desagradable de la historia de México. De hecho, muchos chinos llegaron a territorio mexicano al no poder ingresar a Estados Unidos.
En Estados Unidos, la Ley de Exclusión China de 1882 fue diseñada para impedir que los trabajadores chinoestadounidenses ingresaran al país como resultado de una xenofobia generalizada. Esa ley hizo ilegal la inmigración de trabajadores chinos a Estados Unidos y limitó la población china en el país por más de 60 años.
Forma parte de una serie de disculpas ofrecidas por el presidente mexicano por las injusticias cometidas en el pasado.
A inicios de mayo, López Obrador se disculpó con el grupo de indígenas mayas que habita en el sureste de México, principalmente en la península de Yucatán.
Durante la década de 1800, los mayas fueron obligados a trabajar en condiciones parecidas a las de los sirvientes en las plantaciones de sisal. El sisal y el henequén son fibras usadas en la fabricación de sogas. Algunos cayeron con engaños en la esclavitud en cañaverales en Cuba.
Hartos de la tribulación y la explotación, los mayas se rebelaron de 1847 a 1901 contra los colonizadores mexicanos y el gobierno en un periodo conocido como «La Guerra de Castas». La rebelión fue acallada brutalmente por las tropas del gobierno.
López Obrador dijo que planea brindar una disculpa similar al grupo indígena de los yaquis en el estado norteño de Sonora.
Quizá más conocidos en el extranjero por los poderes místicos y visionarios atribuidos a ellos por el escritor Carlos Castañeda, los yaquis enfrentaron tenazmente la campaña brutal del gobierno mexicano para erradicar a la tribu a finales de 1800 y principios de 1900.
No obstante, fueron derrotados en su mayoría para 1900, y Díaz empezó a trasladarlos de sus tierras de cultivo fértiles a territorios menos valiosos o a una esclavitud virtual en haciendas en zonas tan lejanas como el estado de Yucatán.