Aproximadamente 3,000 marroquíes, de los cuales se presume que una tercera parte son menores de edad, nadaron y usaron barcazas inflables para ingresar el lunes al enclave español de Ceuta en el norte de África, informaron autoridades.
Ceuta y la cercana Melilla son consideradas como un trampolín hacia Europa por los inmigrantes africanos. Cientos de ellos se arriesgan cada año a sufrir lesiones e incluso a morir al intentar saltar vallas, esconderse dentro de vehículos o rodear rompeolas que se extienden varios metros dentro del mar Mediterráneo.
Pero la cifra de 3,000 personas haciendo el cruce en un día supera las 2,228 personas que llegaron a los dos territorios españoles por mar y tierra en todo 2020.
En imágenes publicadas por el periódico local El Faro de Ceuta se ven personas subiendo por los rompeolas hechos de roca y corriendo por la playa Tarajal, en el extremo sureste de la ciudad.
En otros videos verificados por The Associated Press, varios hombres jóvenes están formados en las rejas de una bodega operada por la Cruz Roja local, esperando ser registrados por agentes de la Guardia Civil española.
El influjo de marroquíes sucedió al final del mes sagrado musulmán del ramadán, cuando muchos europeos regresan a casa después de visitar a familiares en el país norafricano. También sucedió luego de que las relaciones entre Marruecos y España se vieran afectadas por la decisión de Madrid de permitir que el líder de un grupo miliciano independentista recibiera atención médica en España.
Brahim Ghali, el dirigente del Frente Polisario, que se opone al reclamo de Rabat sobre la región de Sahara Occidental, se recupera de COVID-19 en un hospital del norte de España, informó el gobierno español, lo que justifica la decisión de darle refugio por razones humanitarias.
El ministerio de relaciones exteriores marroquí informó el mes pasado que la medida de Madrid era “incongruente con el espíritu de sociedad y buena vecindad”. En mayo, la cancillería también dijo que habría “consecuencias” para España.
Mohammed Ben Aisa, titular del Observatorio del Norte para los Derechos Humanos, un grupo no lucrativo que trabaja con migrantes en el norte de Marruecos, dijo que el influjo fue una combinación de los intentos de temporada de llegar a Europa, un buen clima y las recientes tensiones entre Rabat y Madrid.